La metáfora de la luz, recurrente en la cultura occidental, y con la que el papa Francisco acompaña sus explicaciones sobre el significado de la fe en este mundo convulso y sin valores, es de una fuerza expresiva tal, que atraviesa “Lumen fidei”.
El Papa no se ajusta estrictamente a las reglas del discurso clásico en su encíclica, a la que ha dividido en cuatro capítulos, con una introducción y una conclusión, esta última esencialmente una invocación a la Virgen María.
Párrafo tras párrafo el obispo de Roma construye sus oraciones sin perder de vista el valor y la dimensión que entraña el proceso de la escritura para expresar la fuerza de su pensamiento.
Se esfuerza por mantenerse coherente en todo momento entre lo que es su tema central, el de la luz de la fe, su audiencia y el propósito que tiene, el de explicarle y persuadirla sobre el significado profundo de la fe para la vida de un cristiano en estos tiempos de gran crisis y esterilidad espirituales.
En el proceso de escritura de la encíclica se descubre la capacidad que tienen los pensadores de conectar inmediatamente con las ideas de otros que les son afines. No es por azar que el Papa, para imprimir autoridad a sus pensamientos, cite a Dante, gran poeta laico,quien trata en su obra maestra “La Divina Comedia” los valores humanos, morales y espirituales de alcance universal.
Otro tanto ocurre con Fiódor Dostoievski, T. S. Eliot y Ludwig Wittgenstein, también laicos. Es conocida la condición de cristianos en esos cuatro grandes escritores y pensadores. No obstante, a otros, como Kierkegaard y Unamuno, que sí lo fueron también, no se les mencionó en la subdivisión “Diálogo entre fe y razón”. (32)
Igual suerte corrieron Tomás de Aquino y Hegel. Conocemos bien la angustia existencial que experimentaron Kierkegaard y Unamuno en su intento por conciliar la fe y la razón.
Al parecer, otro es el interés y otra la agenda del Papa en ese sentido. Y otro tanto sucede cuando él, al hablar de los estragos que causa la muerte en el cuerpo de Jesús, no haya hecho ninguna mención a la película “La pasión de Cristo”, de Mel Gibson, pero sí cita en ese mismo tenor a uno de los pasajes de la obra “El idiota” ,de Dostoievski. (16)
Mueve a curiosidad que los filósofos, teólogos y literatos que Francisco cita son de la cultura occidental, a excepción de Martín Buber, que es de origen judío; todos son creyentes, salvo Nietzsche; todos son hombres, y de piel blanca, en un mundo que lucha por igualdad de género, que es pluriétnico y multicultural.
Conociendo el espíritu de apertura, la humildad y la sencillez del Papa, dudo mucho que él haya sido el único en haber producido el documento solemne. “Lumen fidei” debe haber sido escrita a cuatro manos. Peso a morisqueta.