Santo Domingo.- Cuando se interesó por el atletismo durante su adolescencia, Luguelín Santos corría descalzo y a veces con los pies sangrando porque su familia carecía de dinero para comprarle un par de zapatillas.
Pocos años después y convertido en un velocista de clase mundial, Santos es la gran esperanza dominicana de ganar una medalla en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
El velocista de 22 años fue elegido como abanderado de la delegación dominicana por haber dado al país una medalla de plata en los 400 metros planos en las Olimpiadas de Londres 2012 y una de oro en los Panamericanos de Toronto el año pasado.
A lo largo de sus participaciones olímpicas desde 1964, República Dominicana ha acumulado tres medallas de oro —dos en atletismo y una en boxeo—, dos de plata y una de bronce.
Santos tienen además preseas doradas en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2010, en Singapur, en la Universiada del 2015 en Corea del Sur y en el Campeonato Mundial Juvenil de Atletismo de 2012 en España.
“Ese era su sueño, de ser campeón, y se lo decía a todo mundo” cuando niño, dijo emocionada Yrma Aquino, madre del atleta, a The Associated Press.
Santos se interesó por el deporte a los ocho años en su natal Bayaguana, 50 kilómetros al noreste de Santo Domingo, cuando veía a su prima, mayor que él, entrenar para los 800 metros planos en un campo de béisbol.
Bayaguana no contaba con pista ni con instalaciones de atletismo. Pero fue en 2004 cuando Santos decidió adentrarse de lleno en el atletismo.
La chispa que despertó su entusiasmo, recuerda Aquino, fue ver a Félix Sánchez —corredor de 400 metros con vallas— convertirse en el primer atleta que obtenía una medalla de oro para la República Dominicana en unos Juegos Olímpicos.
Santos ha explicado que ver a Sánchez en el podio fue su inspiración y la meta que se fijó cuando comenzó a entrenar para competir.
“Como él lo quería (competir y ganar) de corazón, eso fue lo que le dio el impulso para seguir adelante y soportar tantas cosas”, detalló la madre de Santos, en referencia a las penurias que su hijo pasó de niño.
En su infancia, Santos y sus dos hermanos menores recolectaban botellas para el reciclaje a fin de ganar un poco de dinero y contribuir a la economía familiar.
Su padre había emigrado a Italia cuando Santos tenía siete años. Luguelín, sus hermanos y su madre vivieron en la casa de su abuela materna, donde contaban apenas con lo básico.
Santos participó en su primera competencia de importancia en el país, los juegos escolares de 2008, gracias a que unos días antes le regalaron unos viejos tenis que él remendó para sellar los agujeros, narró Aquino.
Con aquellas zapatillas agujeradas y a sus 14 años, Santos ganó las carreras de 400 y 800 metros planos y de inmediato llamó la atención de José Ludwig Rubio, entonces presidente de la Federación Dominicana de Atletismo.
Rubio destacó que al verlo cruzar la meta, supo que aquel adolescente llegaría a ser campeón. “Ha demostrado que sabe vencer obstáculos”, dijo Rubio, entrenador del velocista, a la AP.
Aquella primera competencia también le representó al incipiente velocista una beca para mudarse a Santo Domingo a estudiar e ingresar bajo la tutela de Rubio a los entrenamientos del Centro Olímpico.
Su primer triunfo internacional llegó dos años después, cuando se impuso en los 400 metros planos en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2010 en Singapur.
Santos obtuvo una beca para concluir el bachillerato en Puerto Rico y continuar en esa isla su preparación rumbo a las Olimpiadas, con Rubio como su entrenador.
En su primera participación en Juegos Olímpicos, en Londres 2012, Santos se alzó con la medalla de plata con un tiempo de 44,46 segundos.
Sólo fue superado por el granadino Kirani James. Su medalla de plata en Londres también le valió un premio de seis millones de pesos (unos 153.000 dólares) del gobierno dominicano, con lo que compró un departamento en Santo Domingo.
Con el éxito llegaron contratos de publicidad y una beca para continuar sus entrenamientos en San Germán, Puerto Rico, y estudiar tecnología del deporte en una universidad de esa localidad.
Luego de varios meses sin competir debido a una lesión en la pierna izquierda, Santos ha mantenido sus entrenamientos en Holanda y Estados Unidos, optimista para enfrentarse a la justa de Río. Luguelín “ya está sano, un 95% recuperado”, aseguró su entrenador Rubio.
“Llega a Río sano y entrenado”. “Confiamos mucho en su trabajo y en la entrega de Luguelín”, agregó. “Con estas semanas que nos quedan (para los Juegos Olímpicos) creo que podemos llegar en óptimas condiciones y ver al Luguelín que estamos acostumbrados a ver, con una buena marca”. “Luguelín es un atleta de grandes campeonatos, ahí es donde se crece”, dijo confiado Rubio.