El Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) han señalado que, fruto del Covid-19 la Republica Dominicana no tendrá un decrecimiento negativo, que tendrá un crecimiento 0, diferente a otras economías, que obtendrán números negativos.
Esta información parece idílica, distante de una realidad que muchos pensamos no tendrá un color tan rosa.
Creemos que las perspectivas económicas y sociales de nuestro país son muy perturbadoras. Suponen perturbaciones que involucran todas las clases sociales y a todos los sectores económicos. ¿Cuál podrá ser la perspectiva de nuestra industria, del comercio, de la agricultura? Imaginamos una cantidad de medianas y pequeñas empresas quebradas, de trabajadores cesantes o cancelados.
Se ha sostenido que las economías más agraviadas serán las vinculadas al turismo internacional, como lo es la economía dominicana. En la actualidad, bajo el temor generalizado al contagio, dudamos que sean muchos miles los que se atrevan a hacer turismo. ¡Ojalá estar equivocado!
Y qué decir de las remesas. Países como Estados Unidos, España e Italia, con elevada presencia de dominicanos que envían remesas, han sido de los países más afectados económicamente, lo cual hace presuponer las serias dificultades de nuestros nacionales para mantener estos envíos, que son aportes prácticamente netos a nuestro mercado interno. También podemos preguntarnos qué perspectivas tienen los ingresos fiscales y cuáles la inversión pública y privada, nacional y extranjera.
Todo apunta a una disminución marcada de la producción, de la inversión y del consumo. A nivel internacional se habla de la posibilidad de que estemos a las puertas de una recesión económica superior o semejante a la iniciada en 1929.
Frente a este panorama algunos se preguntarán si el gran empresariado actuará para salvar a los trabajadores, o actuará para proteger su rentabilidad.
Un repaso a las grandes pandemias que han afectado al mundo señala la ejecución de disposiciones que han dado lugar a explosiones sociales.
Las informaciones dadas por la Vicepresidenta de la República, Dra. Margarita Cedeño, acerca de que a propósito de las medidas de cuarentena se ha favorecido a un millón y medio de familias pobres, faltando por cubrir un 20% de ellas, permite situar la pobreza en más de la mitad de la población, una proporción muy distante de la que se nos ofreció engañosamente al indicar que la clase media constituía la mayoría del país. Imaginemos ahora cómo será esa proporción con lo que está pasando y pasará en el país.
La realidad actual habla de la necesidad de cambios fundamentales en nuestra economía y en el país, habla de la redistribución de la riqueza, cuestiona la falta de calidad de vida para las mayorías e interpela un modelo de crecimiento que genera desigualdad. Póngase atención, porque los pobres de nuestro país no se van a dejar morir de hambre ni se van a echar al mar.