¿Loto o pensiones?

¿Loto o pensiones?

¿Loto o pensiones?

Frederich E. Bergés

En estas últimas semanas he tenido el privilegio de visitar varias regiones del país, en cuyos viajes me asombra la cantidad de bancas de loterías esparcidas a todo lo largo del territorio nacional.

Tal es el caso de la visita a Jarabacoa este último fin de semana en donde en apenas unas pocas cuadras de su centro urbano, conté no menos de 31 bancas de juego, la mayoría abiertas en horas nocturnas.

Este fenómeno me trae la incógnita de qué realmente queremos hacer con los ahorros, fruto de nuestro trabajo cotidiano.

¿Gastarlo en juegos de azar o ahorrar para nuestra vejez? La proliferación indiscriminada de las diferentes loterías, electrónicas e inclusive hasta por vías digitales, se ha convertido en el destino favorito del ahorro dominicano. Basta con ver la inmensa cantidad de bancas, cuyos puestos exceden el número de escuelas o centros de salud.

Amén de la cantidad, el monto de dinero apostado a diario representa en su conjunto más recursos de los destinados a lo que hoy se llama pensión digna.

Los detractores de nuestro mejorable sistema de pensiones prefieren enfocar su atención en criticar e intentar endemoniar nuestra ley de seguridad social en vez de condenar y revertir la tendencia perniciosa hacia el juego de numeritos y las mínimas probabilidades de poder recuperar su apuesta o salir gananciosos.

Esta realidad contrasta notablemente con lo que ocurre con los exiguos ahorros promedios individuales que se destinan para las pensiones, donde sus administradores han sido eficaces en preservar el valor original y multiplicar el mismo de manera muy favorable por medio de las rentabilidades que le obtienen al mismo.

Todo un sistema de capitalizaciones donde el aportante conserva la propiedad de los dineros aportados, así como de las rentabilidades obtenidas para su disfrute al retiro.

Si bien es cierto que nuestro sistema imperante puede mejorarse mucho más, también es cierto que el juego de azar es la mayor amenaza a que se acumulen recursos para una pensión. Dejémonos de demagogias y que se tenga el coraje para con valentía afrontar las reales amenazas al ahorro nacional.