Una de las más desconcertantes demostraciones de aislamiento e individualismo de una parte de los dominicanos, pudo ser palpado con el paso de las elecciones en Estados Unidos de América.
Mientras unos entendíamos la transcendencia de ese proceso, otros tenían la ligereza de cuestionar el seguimiento de este importante suceso, y cito: ¿“si tu no vives allá para qué opinas”?
Parecería que olvidan que todo lo que sucede en la nación más poderosa del mundo repercute en el planeta, y que por demás se calcula que de 1.8 a 2 millones de dominicanos viven en suelo estadounidense.
Dudo que alguien que lea esto no tenga pues un familiar, un amigo o alguien que resida en EUA.
Entonces, ¿cómo no interesarse?
Pero eso no es lo más absurdo de algunas actitudes que observamos.
Resulta, que en un inesperado desenlace, Donald Trump se alzó con el triunfo, ¡y algunos dominicanos han estado reconociendo esta victoria como un gran logro!
Para todos los que recibimos educación en nuestro seno familiar, y para todos los que aspiramos a comportarnos como hombres de bien, ¿Qué merito puede tener alcanzar una posición luego de exhibir, entre otras cosas, racismo, xenofobia y misoginia?
¿Qué es lo admirable de denigrar las personas y esparcir odio para alcanzar una meta?
¿Es que acaso no importa qué ni a quienes usted atropelle si alcanza su objetivo?
¿Qué clase de razonamiento posee usted que celebra eso?
Pero hay más, cuando se examinan las razones por la cuales un dominicano se alegraba del triunfo de Donald Trump, una razón que resaltaba era: “Hillary va a unir a RD con Haití”.
¿Pero cómo? ¿Simplemente desde EUA van a decir que en lo adelante la isla es una sola? ¿Van a borrar la frontera? ¿Acaso hay algún precedente de países obligados a unirse? ¿Los más de 10 millones de dominicanos van a quedarse de brazos cruzados? ¿Qué tan absurdo puede ser este planteamiento?
Ese tipo de ridiculeces solo puede emanar de los racistas locales, que cada cierto tiempo necesitan avivar el patriotismo de hojalata, sustentado en débiles mentales que creen todo lo que oyen.
Peor aún, resulta que olvidan que si hay alguien que ha actuado con desprecio hacia los latinos es Trump, y por consiguiente a él es que habría que temer si ocurre algo que implique la República Dominicana, pues es él que se ha expresado una y otra vez de forma derogatoria sobre nosotros.
Ni se diga de la ignorancia geopolítica que demostró en campaña Trump, a veces ni pudiendo establecer correctamente donde está situado un país o región.
Otra de las razones del apoyo de algunos dominicanos es la de los fanáticos religiosos, quienes basados en el carácter liberal de Hillary, entendían que votar por Trump era, entre otras cosas, votar “por la vida”.
¿Cuál vida le importa proteger a un sujeto que instrumentaliza a las mujeres? ¿Qué diablos le importa a este abusador un feto, si es capaz de decir “que el embarazo en la mujer es un problema en la empresa”?
¿Acaso no escucharon al papa Francisco una y otra vez, con marcada prudencia pero con inequívoco destinatario, advertir los bajos instintos del ahora electo presidente?
Y cito:
“Hacer muros no es cristiano”
“Es más fácil construir puentes que muros”
“Debemos derribar los muros que nos dividen”
¿Se necesita hablar más claro?
A ti que te defines como religioso, ¿cómo te sentirías si alguien, por tu creencia religiosa, te dijera que no puedes entrar a otro país? ¿Dónde está tu sentido de compasión por los demás? ¿En dónde enterraste lo de amar al prójimo como a ti mismo?
Podría referirlos a Mateo 23: 27. Por ahora, solo les llamaré incoherentes.
Una tercera razón era el carácter corrupto de Hillary, y uno se pregunta ¿o sea que una persona como Trump, que ha estado en los tribunales más de 3,500 veces, incluyendo 169 demandas federales, que tiene procesos abiertos por su quebrada universidad, que 12 mujeres alegan que este las acosó, que ha sido condenado por discriminar contra los negros, que ha estafado a empleados, socios y que se ufana de evadir impuestos, es la persona correcta?
Estimados, ¿dónde archivaron el raciocinio?
En fin, que todo lo expresado anteriormente palidece cuando entendemos la incapacidad de importantizar valores como la tolerancia, la igualdad, el respeto, la educación, que se superponen a cualquier tema político, religioso o sobre corrupción, pues constituyen elementos vitales para la vida en sociedad, y precisamente estos fueron de repente olvidados a conveniencia por dominicanos que incluso se le entendía cierta capacidad mental.
¿Cómo pueden ahora mirarle la cara a ese niño en apenas grado Kínder, al que sus compañeritos le decían “vete a México”, “ya esta no será tu escuela”? ¿Qué esas cosan pasan? ¡No! pasan porque cretinos como ustedes no entendieron que por encima de todo y por más diferencias que tuvieran con la otra candidata, el objetivo central de una elección como esta era hacer respetar las bases sobre las cuales el mundo vive en relativa paz, y no menos, hacer respetar nuestra sangre, nosotros como grupo étnico.
Para terminar, y aunque algunos aun afloren, confieso que tuve que redactar varias veces estas líneas, pues agregaba uno que otro insulto mientras escribía, y ustedes saben que no es mi estilo.
Lo hacía expresamente, para que esos dominicanos sientan lo que millones de personas sintieron cuando en reiteradas ocasiones, en discursos, gestos y agresiones, fueron irrespetados, abusados y denigrados por una persona que se expresaba así frente a todo el que no estuviera de acuerdo con él, y que para ustedes, era la persona adecuada para dirigir la nación más poderosa del planeta.
Me avergüenzan.
Espero que nunca tengan que vivir lo que vivimos ahora las minorías en el mundo.
Dedíquense a desarrollar su sentido de solidaridad y compasión por los demás.
Y aprendan a ponerse en los zapatos del otro.