La controvertida decisión del Presidente Balaguer al disponer mediante el decreto 1383 de 1975 el traslado al Panteón Nacional de los restos de Pedro Santana -decisión de coyuntural conveniencia politica- contribuyó a reavivar en la conciencia y el debate nacional- con singulares matices- una inveterada y no resuelta polémica en torno al papel de Pedro Santana en el devenir histórico dominicano.
La referida polémica fue iniciada formalmente en el año 1889 cuando desde la tribuna de dos importantes medios de prensa de la época- nos referimos al “Teléfono” y “El Eco de la Opinión” se enzarzaron en la misma el padre de la historiografía Nacional Don José Gabriel García y el célebre autor de “ Enriquillo” Don Manuel de Jesús Galván. García en su contra y Galván en su defensa. Fue la más importante polémica en torno al tema durante el siglo XIX.
El régimen de Trujillo fue proclive a destacar la figura de Santana, contraponiéndola en no pocas ocasiones a la figura de Duarte, como reconociera el mismo Joaquín Balaguer al explicitar las razones que lo condujeron a escribir el “Cristo de la Libertad”, o cuando no, equiparándolas, otra forma sutilmente orientada a desconocer a Duarte su proceridad cimera.
Prueba de ello puede encontrarse fácilmente en la producción intelectual de entonces con obras como “Duarte y Santana” del escritor Pedro Bergés Vidal- como si ambas figuras pudieran equipararse-, la biografía de Santana escrita por el historiador y escritor Puertoplateno Rafael Senior o la escrita por el destacado historiador y educador Gustavo Adolfo Mejía Ricart titulada “Biografía del Caudillo Pedro Santana”.
En ningún momento durante la Era de Trujillo se convoca a los intelectuales para opinar sobre la figura de Duarte, pero en 1956 desde el periódico “El Caribe” se promueve una encuesta dirigida a intelectuales e historiadores nacionales a fines de que “expresen con serenidad objetiva sus opiniones en torno al héroe de Azua y las Carreras”.
Nada de extraño tiene- a juzgar por las sutiles motivaciones que dieron lugar a la misma- que un año después- en 1957- Ramfis Trujillo en su condición de Jefe de Estado Mayor de la Aviación Militar Dominicana ordenara editar una publicación recogiendo todas las opiniones vertidas por los intelectuales que respondieron a la consulta formulada.
Destacado Santanista fue el gran intelectual Manuel Arturo Peña Batle, quien dejó inconclusa una biografía sobre Santana. En carta al historiador Emilio Rodríguez Demorizi del 15 de junio de 1951 llegó a plantearle que ya era hora de sustituir la “inocua trilogía” de los tres Padres de la Patria por el “binomio sustancial” de Santana y Duarte, como si no se tratara de una innombrable afrenta colocar a Santana en igualdad de méritos y virtudes que el fundador de nuestra nacionalidad.
De similar parecer era Rodríguez Demorizi, quien expresó- al ser consultado en 1956- que “la tradición seguirá diciendo”: Duarte, Sánchez, Mella, y seguiremos escuchando fervorosamente esos mágicos nombres. Pero la crítica histórica, poniendo de un lado el pensamiento y del otro la acción, extremos de toda grande empresa, reducirá esa gloriosa trilogía a este simple binomio: Duarte y Santana.”
Tal vez algún historiador vivo que le tratara nos clarifique si Don Emilio cambió de parecer posteriormente respecto a los enjuiciamientos previamente citados.