Los reencuentros

Los reencuentros

Los reencuentros

Ana Blanco

Una de las preguntas que siempre me hacen siendo inmigrante es: ¿echas de menos tu país? La respuesta ha ido cambiando con el tiempo, pero algo que no cambia es la maravilla de reencontrarte con tus raíces, con tu gente, con lo que te ha puesto la base de quien eres que luego en tu lugar de destino sigues desarrollando.

Con la pandemia, aún todo se vuelve más intenso. Sin poder viajar por demasiados meses, llegar a tu casa, a tu ciudad, a tus recuerdos sabe diferente, lo vives con más intensidad. Lo valoras con más intensidad y te das cuenta de que nada es igual, nadie es igual. Este último año ha sido de demasiadas transformaciones.

Pero estar con tu familia, con tu gente, te da las fuerzas para saber que a pesar de que ya nada va a ser igual, hay cosas que no cambian y es saber valorar lo que real y efectivamente importa, lo que te sustenta y te da el empuje para seguir hacia delante.

Es muy tópico eso de que la familia es lo más importante, pero toma verdadera realidad cuando no la tienes cerca, cuando a pesar de la tecnología y las videollamadas, hay demasiado espacio por medio.

Por eso hay que valorar los reencuentros, cuando son posibles, aprovechar esos momentos que son únicos y te permiten saber que siempre hay razones para seguir, para enfrentar lo que venga, y que hay personas a quienes les importas, que van a caminar contigo, reír, llorar y lo que haga falta.

Tu gente, eso es lo que realmente te hace quien eres, el país no importa. Yo tengo la suerte de tener dos lugares a los que llegar.
Así que no, no echo de menos a mi país. Los reencuentros funcionan.



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