Los puestos y los sobrecitos de nuestros líderes
Sí, he leído el artículo publicado en “Listín Diario” con el título El poder y el liderazgo: entre puestos y sobrecitos, bajo la firma de Leonel Fernández, y como en alguna medida justifica lo escrito por mí en la página de opinión del periódico EL DÍA acerca de los líderes, vuelvo sobre este asunto para otras dos afirmaciones, veamos:
Primera: espero de cualquier persona con ascendencia sobre una población, un grupo o un equipo de trabajo, la capacidad para identificar los puntos débiles y los puntos fuertes de la población o de los individuos;
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Segunda: identificadas las debilidades, el líder, cabeza o responsable debe hacer algo para superarlas; identificados los puntos fuertes, tiene el deber de trabajar en apuntalarlos de manera que se conviertan en la garantía del éxito para el individuo y para el grupo.
Cuando escribía en enero sobre la fascinación de los intelectuales con las peculiaridades del pueblo dominicano, hice una observación: “los vicios y las debilidades de la sociedad dominicana son, en gran medida, vicios y debilidades de sus líderes”.
¿Por qué este juicio, si se quiere, temerario? Porque les ha resultado más fácil administrar las inclinaciones culturales, tendencias que en nuestro caso no podían, ni pueden, llevarnos a la constitución de una comunidad sana en los términos material, moral y espiritual, que a corregirlas.
in duda, cuando el profesor Fernández escribe acerca del “… poder de coacción o represión y al poder compensatorio, que es la capacidad para dar o distribuir”, lo hace con conocimiento de causa, pero también en referencia a la sartén dejada por él mismo en manos de Medina el 16 de agosto de 2012.
Y este conocimiento de causa es ratificado cuando acaso explica los resultados en el PLD con estas palabras: “Tomándole prestado a la teoría de la comunicación el conocido esquema de Lasswell, se afirma que el poder se traduce en la siguiente fórmula: quién da qué, a quién, por qué medios, con qué efectos”.
Si al pueblo dominicano le gusta la dádiva, el camino fácil, la puerta ancha para administrarlo es darle cosas, ¿las propias del dador o las ajenas? Al parecer la puerta estrecha, el ojo de la aguja por la que debe de hacérsele pasar en el ejercicio de un liderazgo constructivo es demasiado pedir o reclama demasiada inteligencia.
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