La preocupación de los pobladores comenzó, primero siendo grácil y hasta díscola, pero luego giró hacia el pánico. La incertidumbre y el desasosiego se abrazaron entre sí, con una tenacidad que alteró el ambiente. La ocurrencia de tantos casos consecutivos, sin que existiera una causa o motivo aparente, y mucho menos una explicación, comenzó a atormentar a las mentes débiles que se lanzaron a elucubrar acerca de la ocurrencia de un fenómeno sobrenatural contemplado en libros de antaño, atiborrados de profecías pendientes de cumplirse.
Ni la propia naturaleza de los que mentalmente están mejor dotados pudo llevar a éstos a comprender la génesis, ni los propósitos de los hechos. Sólo se sabía que eran reales y que estaban ahí a la luz del sol, a la sombra de la luna y en la oscuridad de la noche.
-“Son cientos los desaparecidos”, titularon los periódicos del día. Las redes de internet propagaron rápidamente que eran miles de hombres, mujeres y niños que se habían esfumado de la faz de la tierra. “Nadie ha dado con sus paraderos”-afirmaron. Días después otros medios titularon a toda columna: -“Reaparecen desaparecidos”. Una avalancha de preguntas colmó las mentes de las gentes comunes: ¿Qué pasó ahí? ¿Dónde lo estuvieron? ¿Qué hicieron durante el tiempo que estuvieron desaparecidos? ¿Fueron raptados por seres extraterrestres?
Ha extrañado que éstos en sus reapariciones-pese a la insistencia- no dicen nada. Inaudito, no saben nada de nada y ellos mismos se preguntan: -“¿Estábamos desaparecidos?” “Ah, no sabíamos, no nos dimos cuenta”.
La simple reaparición sin más ni más se presta para una cascada de asombros. Si los aparecidos afirman que no desaparecieron, arrojan con ello un mar de confusiones y de interrogantes.
-“El tiempo, ah sí, el tiempo es imperturbable, lo dirá todo, ese no se equivoca”, expresó un estudioso de temas esotéricos, miembro honorable de la Logia Masónica de la avenida Independencia. –“Tarde o temprano-apuntó el benemérito- la verdad saldrá a relucir y todo el mundo sabrá el meollo de lo ocurrido”.
–“Dios le oiga, señor. El Todopoderoso se compadezca de nosotros, los desconcertados”, expresó una señora visiblemente perturbada. Tantos casos juntos en tan corto tiempo y sin ninguna explicación que ayude a calmar las crecientes inquietudes, llevó a los ciudadanos a ver esto como cosas normales en una sociedad convulsa. Las desapariciones y posteriores apariciones se hicieron cotidianas y ocurrían con tantas frecuencias que apenas eran comentadas.
Un periodista, sin embargo, comenzó a seguir el hilo de los hechos, buscó por laberintos insondables para determinar el origen del fenómeno. Las preguntas obligadas para dar inicio a las indagatorias fueron: ¿Qué está pasando? ¿Dónde y cómo se origina todo esto? ¿Quiénes están detrás del fenómeno?
El tiempo transcurrió y la extraña práctica continuaba. Las autoridades se declararon incapaces. No había manera de dar con los autores de las desapariciones. En sus investigaciones el periodista llegó a acudir decenas de veces ante las jurisdicciones correspondientes en busca de explicaciones y siempre encontró la evasiva como respuesta. Pero insistía, insistía. En una ocasión percibió algo común entre todos los aparecidos.
-“Nos llamó la atención un hecho. Todos tenían un mismo tipo de corte de pelo”, expresó el comunicador. Y agregó: -“Los varones mostraban peladas asimétricas con más cabellos en la parte superior y rasuradas las partes laterales de las cabezas, al estilo del líder norcoreano Kim Jong Un; las mujeres, en cambio, tenían pollinas”.
Al indagar sobre la extraña característica, el acucioso reportero entrevistó a raptados, pero al parecer no valió de nada el esfuerzo. Una persona relató que sólo recuerda que fue atrapado mientras paseaba por la calle del Conde. Otra víctima narró que luego de ser apresado en plena avenida Duarte lo subieron violentamente a una furgoneta cerrada en su parte trasera, lo encapucharon, olió una sustancia extraña y a partir de entonces no supo más de él.
El periodista se encontró con un hombre joven, hercúleo y locuaz que le dijo que solo logra memorizar el momento cuando lo atraparon en la avenida España junto a una enamorada. En su subconsciente –atinó a precisar-, recuerda que los llevaron por un túnel, un subterráneo, montado en una moto tipo for will que se desplazaba a la velocidad de un “tren bala”. Llegaron presurosos a un lugar donde había unos extraños vigilantes, enormes perros de la raza pitbull. Después de esa escena la retentiva de éste borró o no fue la misma, de ser lúcida y activa derivó en un razonar lento, parsimonioso, dubitativo. Parece ser que le fue editada su memoria para que los recuerdos fluyan como trozos pequeños, flashes de pensamientos. Producto de este escarceo cerebral deshizo de su mente la imagen de su compañera, de la cual no volvió a saber más. Los detalles que dieron las víctimas fueron suficientes para que el acucioso comunicador despliegue impactantes artículos con grandes titulares que conmovieron a una sociedad adormecida por los efectos colectivos de las redes sociales.
A partir de esas publicaciones la vida de este reportero derivó en un puro infierno. Las persecuciones en su contra y de su familia crecieron a cada minuto, horas y días de su precaria existencia. Cuando no soportó más las encerronas y las compulsiones, optó por asilarse en la embajada de una nación africana. Años después de sobrevivir en África se trasladó a un país europeo y allí, alejado de todo problema, sin esperarlo, se presentó una persona de fisonomía rara, la cual sin andarse con preámbulos ni presentaciones, lo abordó y le dijo que sabía sobre el misterio de las desapariciones en la nación del Caribe.
-“Lo que te voy a narrar te resultará extraño, pero es la pura verdad”, expresó el desconocido. Tenía voz profunda, socarrona, como de narrador de horóscopos. –“La verdad”, enfatizó. El hombre surgido de la nada y vestido de raros atuendos hindúes, pidió a éste en un tortuoso y apena entendible español, no temer. –“Solo vine a decirte lo que realmente ocurre en tu país. Mi misión es documentarte para que estés tranquilo y sepas que todo es parte de una estructura conspirativa”. El misterioso personaje, tras invocar con ambos brazos al cielo, explicó que las pesquisas que el reportero había realizado fueron acertadas y que la persecución en su contra se debió a que estuvo bastante cerca de la verdad. –“Estuviste a un paso de desvelar el misterio”, expresó. Y agregó: –“Lograste seguir el hilo de los hechos. Te colocaste a un tris de destapar la intríngulis del entramado”.
La conversación duró poco. En un santiamén el desconocido, con un abrazo caluroso, eufórico, tortuoso y apretado se despidió del reportero. Caminó presuroso y “sin volver la vista hacia atrás” se desplazó raudo entre gentes de distintos países –turistas, artistas, aventureros, comerciantes, bohemios, etc.- que paseaban rebosantes de alegría, algunos, y otros más presentidos, en la avenida Rue Saint Dominique, de París. El individuo desapareció entre caminantes y ni siquiera dijo su nombre. Aunque la llegada inesperada del desconocido y sus historias extrañas les crearon cierta inquietud, el reportero olvidó todo rápidamente y se concentró en la cotidianidad de la vida parisina. Había aprendido el francés y vivía básicamente de trabajos que elaboraba para agencias internacionales de noticias.
Enervado por el exilio involuntario, la lejanía de su familia y amistades, este cronista decidió retornar a su tierra natal, Santo Domingo. La melancolía y los recuerdos de los mejores años de su vida los agobiaban y eso le llevó a preparar un retorno silencioso a su patria. Informó a un familiar para que lo recibiera en el aeropuerto, con la salvedad de que no lo avisara a más nadie.
-“Voy a retornar, mantenme el secreto”, dijo a su primo Leandro, al cual tenía mucha confianza. Había sido su compañero de aventuras en su niñez y adolescencia en la ciudad de sus sueños, Santiago de los Caballeros.
Cuando el reportero arribó al aeropuerto internacional de Las Américas “José Francisco Peña Gómez”, allí le esperó el señor de aspecto hindú que había visto en París. Luego de un saludo ceremonial, éste expresó: -“Bienvenido a su país, señor”. Quedó perplejo, ofuscado ¿quién demonio lo invitó? ¿Quién le dijo que regresaría este día, en ese vuelo si no lo había comunicado a nadie?”.
En eso vio que su primo Leandro se acercó y avanzó hacia él, se saludaron efusivamente. Tenían mucho tiempo que no se veían y reencontrarse fue como una bendición de Dios. Le iba a hablar a su primo sobre el personaje que le recibió en la terminal, pero cuando miró de reojos para todos los lados, ya éste no estaba, había desaparecido del lugar.
Pasado el tiempo el reportero ve cómo cambió el ambiente político en el país. Las ideologías, otrora soporte de los partidos políticos, de sus ideas y sus bases programáticas, desaparecieron y su lugar fue ocupado por peregrinos pensamientos políticos cuyos fundamentos se originaron, no en la evolución de los hechos históricos, filosóficos y geopolíticos, sino en los exordios de las altas tecnologías y el afianzamiento de la Inteligencia Artificial (IA).
Decidió no participar ni comentar nada de ninguna de las actividades políticas ni sociales, se limitó a observar el raro fenómeno que registró esta evolución de la sociedad.
Un día, sentado en uno de los bancos del Parque de la Independencia, se le presentó de nuevo y de improviso el personaje de apariencia hindú. Se sentó a su lado y sin muchos rodeos –de nuevo- saludó y comenzó a hablar. Pero el comunicador lo paró en seco: –“No me interesa conversar con usted”. –“No le conozco ni sé cuáles son sus propósitos conmigo; por tanto, no deseo escucharlo, puede retirarse, por favor”.
-“Pues tendrás que oírme”, dijo enfático el extraño. Y añadió: “Usted inició una tarea pública y tiene que culminarla. Hay una población, una sociedad a la que vendió una narrativa sobre un fenómeno inusitado de desapariciones-apariciones.
Precisó: –“Usted no ha completado la historia, yo la sé y se la voy a contar para que la difunda a esa población que está ávida de conocer la verdad”.
-“Para mí ese es un capítulo cerrado”, ripostó el comunicador. –“El tiempo que tuve en el extranjero lo aproveché para distanciarme del tema y lo he logrado”.
-“Usted no es quién para cerrar el capítulo, los capítulos los cerramos nosotros. Apréndase eso, es nuestra humilde sugerencia”.
-“¿Quiénes somos nosotros?”, preguntó el reportero. -“Usted lo sabrá en su momento, ahora solo escúcheme”.
-“¿Tengo otra opción que no sea escucharlo?”, respondió.
–“Pues bien, escuche entonces: Con los desaparecidos y reaparecidos se hizo un experimento de corte socio-político. Usted no tiene ideas de quiénes están detrás de todas estas maniobras científicas y tecnológicas, las cuales tienen una gran raigambre política y social”, narró el desconocido.
Y añadió: “Como usted ya es parte del entramado dado los profundos conocimientos que posee del proyecto, tengo que serle sincero y explicarle que detrás de estas experiencias hay ministros, jefes de las principales agencias de seguridad de la nación, empresarios, expertos y políticos de alcurnia”.
-“¿Qué? ¿Cuál es el propósito?”, indagó el reportero.
-“Aquí, en su pequeña nación, se inició un proceso de rigurosa investigación científica para crear un nuevo ciudadano. La misión es formar un habitante más consciente y entregado a proyectos impulsados desde fuera por un ente internacional, con miras a programar mentalmente a una clase socio-política que responda a directrices hegemónicas de carácter mundial”, explicó.
-“Eso no es posible”, dijo el comunicador. -“Sí, es posible, ya está confirmado. Todo ha funcionado a la perfección”, ripostó el extranjero. –“Los reaparecidos, que son partes de este plan, fueron desprogramados e integrados a la sociedad y llevan sus vidas normales. Sólo se borraron de sus mentes la parte fatídica de los raptos y traslados al lugar donde fueron reprogramados”.
–“El próximo paso será formar con éstos una nueva agrupación, el Partido de Los Pelados”, detalló. –“Tú serás el CEO de estrategias comunicacionales del nuevo grupo. Todo eso ya está definido, no hay vueltas atrás”, subrayó.
Y fue así que ocurrió todo el proceso tal cual lo dijo el hombre de aspecto hindú. Se creó el nuevo Partido de Los Pelados y todos los peladitos (ex raptados) participaron activamente en las elecciones presidenciales, con entusiasmo inusitado y desbordante. Llevaron como candidato a Kal Rius Perozo, reputado economista de clase adinerada que egresó con honores de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, y cursó varias maestrías en la Universidad de Cambridge, Inglaterra.
Kal sufrió una inesperada derrota. Algo no funcionó bien o salió mal en el entramado. El reportero -que dirigió el aspecto comunicacional de la campaña- escribió al respecto en un enjundioso artículo en el que admitía que los poderosos pelados habían sido “trasquilados” y que, por tanto, se acabaron las obligadas peladas al estilo Kim Jong Un, las anticuadas pollinas en las mujeres y las programaciones cerebrales a la población.
*El autor es periodista.