La vida política del amigo y Cro. Julio C. Valentín ha sido muy fructífera, tanto en el país como en los partidos para los cuales ha militado.
Se va del PLD porque seguir allí es como estar en un cuerpo sin alma. Y entiendo que venía con ese fantasma, atormentando su alma desde hace tiempo, involucrándose en la consulta a favor de Francisco Domínguez B., con la esperanza de recuperar algunos trozos del alma perdida.
Valentín es un militante muy importante para la organización, y lo demuestra con la grandeza que pretende alejarse. Entiende que nada puede hacer que aleje sus fantasmas de su alma.
En mi entender, siempre es preferible, intentar los cambios desde una posición privilegiada, como la que tiene Valentín en el Comité Político, porque para desgracia de la sociedad, son todos los partidos que no tienen alma. La han vendido.
Así como tenemos que las masas están detrás de artistas chatarras, los políticos están en las mismas circunstancias. Ya no seguimos a los mejores, seguimos a los vendibles.
Las cúpulas de los partidos han sido asaltadas por los intereses particulares, cada uno busca sus espacios de poder, y en muchas de las ocasiones, no con métodos y procesos aceptables en la academia del honor.
La manipulación de un electorado sin educación, que siguen sueños y cantos de sirenas, acomodando sus esperanzas a una dádiva que le satisfaga su necesidad del momento, sin someterse al sacrificio de construir una mejor sociedad para todos.
A veces me pregunto para qué tanto afán por el poder, si ni siquiera tenemos planes de qué hacer con él. No podemos plantearles a las masas los sacrificios que debemos asumir, para hacer los cambios sociales, las transformaciones que tanto empresarios como políticos, y otros líderes sociales, saben que debemos hacer si queremos una sociedad con menos iniquidades, porque entonces nos quedamos solos. Ya no existen liderazgos responsables, con el coraje necesario de preferir perder y esperar, antes que servir de rodillas a los intereses de los más privilegiados, de los dueños del país, por algunas migajas.
Los partidos políticos no aprecian sus hombres y mujeres de principios, que además no han tenido la suerte de acumular riquezas.
No importa cómo se obtiene el privilegio del favor de las masas, sólo hay que tener el dinero, lo demás no cuenta si podemos comprar, porque es lo que la modernidad liquida, y la cultura del consumismo, como plantea el sociólogo Sigmund Bauman, imponen en esta fase del desarrollo humano donde estamos varados.
Las sociedades están más atentas al puesto de bolsa, a los intereses bancarios, a las vulgaridades musicales y las falsedades de las redes sociales etc.
Y las organizaciones políticas, cada vez más lejos de la solidaridad social, de los principios y valores para construir una sociedad con menos desigualdad, donde nadie es castigado y menos excluido cuando violan sus métodos y principios por obtener posiciones y favores. La partida de Valentín nos invita a reflexionar.