El partidismo tiene algo peor que el caudillismo. Es la idea de que “los otros”, quienes no estén del mismo lado, son íncubos o malandros.
Sólo quienes estén conmigo tienen razón o merecen respeto y atención. Esta primitiva manera de idear cómo son o deben ser las relaciones entre políticos permite ver como si fuese perfectamente normal o moral que, tras pasarse décadas alegando que los integrantes de la FUPU eran la raíz de todos los males, el PRM ahora los colme de bendiciones, prebendas e impunidades.
La antropóloga británica Jane Goodall ha notado que, entre primates como los chimpancés, el comportamiento antisocial es severamente castigado por el jefe del grupo. Es curioso cómo monos sin leyes resultan más adeptos al ideal de justicia y buen orden social que nuestros ilustrados jefes políticos.
En su entrevista con El País, el presidente Abinader resaltó su alegado propósito de perseguir la corrupción. Con su desbordante popularidad, ojalá procure realmente cambiar la matriz y emular a los chimpancés, pensando en “nosotros”, no “los otros”.
