A medida que la modernidad avanzaba, que surgían los nacionalismos, los proyectos republicanos y se proyectaba la democracia como el ideal, venían asentándose varios procesos que exigían un segundo salto cualitativo en los museos.
Como ideal social de la modernidad, la democracia ha pasado por tres estadios: primero, el de la democracia política, finales del siglo XVIII y casi todo el siglo XIX.
En el transcurso del siglo decimonónico (siglo XIX) se ve que no basta la democracia política. Es necesaria la democracia económica.
El proyecto socialista, surgido en los años cuarenta del siglo XIX, exige procesos que permitan cristalizar la democracia económica.
Surge el sindicalismo, el cooperativismo y otros fenómenos de carácter político y social, reivindicando esta democracia económica.
En el siglo XX hay la conciencia de que la democracia, como sistema de vida social en la modernidad, debe superar la concentración y la centralización del sistema político en boga.
Los procesos de desconcentración y descentralización se tornan como demandas sociales para llevar las democracias a estadios superiores.
Finalmente, se ve más claramente que la democracia, más que solo componentes políticos y económicos, tiene elementos culturales. Ahí surgen los debates sobre la democracia cultural y se inicia una trayectoria de acciones, prácticas sociales y pensamientos innovadores acerca de la democratización de la cultura y comienza a ponderarse el tránsito del tutelaje estatal, a la autonomía cultural de las instituciones sociales implicadas en el desarrollo de la cultura en la sociedad.
Muchos comienzan a entender que el Estado debe superar su rol del gran empresario cultural de la sociedad para convertirse en árbitro cultural que pone las reglas de juego de la dinámica cultural, que debería estar ahora en manos de las instituciones culturales, las cuales comienzan a crecer con autonomía económica, para ser verdaderos sujetos e instituciones adultas de la sociedad moderna.
Es a finales del siglo XX y en este siglo XXI cuando se plantea un tercer salto cualitativo en las instituciones culturales, específicamente en los museos, tema concreto que me mueve a estos comentarios.
En la tercera entrega en esta fase presentaré un tercer salto cualitativo: el paso del tutelaje estatal económico de los museos a su autonomía institucional económica.