Los museos no son almacenes de objetos antiguos o simples depósitos de colecciones de piezas. Son la memoria cultural de una sociedad moderna.
La palabra museos deriva de musas, que en la antigüedad eran deidades inspiradoras del arte y que desde La Ilustración son fuentes de inspiración del talento creador estético.
Para los griegos, el museo era “la casa de las musas”, con doble función: eran talleres para producir el arte y centros de exhibición para el gran público. Estas funciones se mantuvieron hasta la modernidad en Oriente. Occidente asumió solamente la segunda acepción.
La modernidad se inicia con La Ilustración (siglo XVIII), caracterizada por la madurez de la razón, dejando atrás el individuo el tutelaje ejercido sobre él por la monarquía, la nobleza y el clero e iniciando a pensar autónomamente.
El prototipo de este salto cualitativo de la razón lo es Kant, con su trilogía: Crítica de la Razón Pura, Crítica de la Razón Práctica y Crítica del Juicio. Con él salimos del protectorado del pensamiento al individuo que piensa por si mismo, que tiene la autonomía de la razón, ya no como atributo del Estado, sino de los individuos y de las instituciones.
En ese contexto nace la versión moderna de los museos. A finales de La Ilustración, los museos no son patrimonio de coleccionistas familiares o potentados, son patrimonio público. No son proyectos privados, son instituciones públicas de carácter nacional.
El primer museo de la modernidad es el Louvre, inaugurado el 10 de agosto de 1793, en el primer aniversario del asalto a las Tullerías, iniciándose así el proceso de expropiación de patrimonios de la realeza y la nobleza, la monarquía y el clero, convertiéndose en patrimonios públicos nacionales.
El Louvre, símbolo de la museografía moderna, visitado por 8 millones de personas anualmente, cuenta con 1.6 kilómetros y 487,000 piezas. Cuatro días completos son necesarios para una visita completa.
El salto cualitativo de los museos en La Ilustración es el paso del tutelaje a la autonomía de la razón y de ser privados pasan a ser proyectos públicos nacionales. Pero, las circunstancias obligan a que los museos den otro salto en la vida social, que lo trataré en la segunda entrega.