En las sociedades democráticas suelen producirse debates polarizantes, como ellas tres causales en nuestro país.
La polarización crea problemas, pero es parte natural de las democracias cuando lo debatido son temas que marcan profundamente a la sociedad.
Sin embargo, la intensidad de estos debates no excusadistorsiones que, quizás por descontrolada pasión, introducen algunos. En el caso particular que nos ocupa, los hay quehan dicho sobre las tres causales cosas que no son.
Sobre la primera causal, peligro para la vida de la madre, han tejido argumentos que son manifiestamente ilógicos. Por ejemplo, han dicho que como existen protocolos médicos para esos casos, esa causal es innecesaria. Olvidan que ley mata reglamento.
El problema ahí es que, auncon la existencia de los protocolos, no siempre se aplican por el temor fundado de los médicos de ser sometidos penalmente.
Los testimonios abundan.
Sobre la tercera causal, violación o incesto, dicen que equivale a sancionar a un inocente y dejar libre al criminal.
Olvidan que la mujer (o la niña) es la víctima de la violación y que, si el Estado usa la amenaza de la cárcel para obligarla a gestar, estará dándole continuidad en el tiempo a un acto de violencia horrible Me parecen de una fortaleza admirable las mujeres que han sido víctimas de violación y han decidido continuar con el embarazo. Pero la virtud de su determinación radica en que fue libre de decidir hacerlo así.
La virtud no puede emanar de la punta de una pistola.
Dejo para último la segunda causal porque es la que ha sido objeto de las manipulaciones más groseras.
Algunos han dicho -incluso sabiendo que no es así- que esto permitiría la interrupción del embarazo en casos en los que la criatura tiene síndrome de Down o malformaciones que la convierten en personas con discapacidad.
En absoluto es eso lo que se propone. Lo que se procura es que se permita la interrupción del embarazo cuando existen malformaciones incompatibles con la vida, que es muy distinto y distante.
En democracia se tiene el derecho a sostener opiniones encontradas. Pero hay que estar conscientes de que la salud de la democracia depende de que el debate sea franco. Y todos debemos ser guardianes de ello.