La primera lección que todos debemos aprender como nación, sociedad o individuos es “hacer las cosas que debemos hacer, a su debido tiempo, tanto si nos gusta como si no”. Es simple. Sin embargo, sin importar las consecuencias, riesgos y peligros, es quizás la última lección que logramos aprender perfectamente.
Para muchos, ya cuando es muy tarde.
Tal vez por eso, en estos tiempos de dificultades, muchos no logran conectar con la realidad que se vive. Para nadie es un secreto que la falta de respeto a las reglas y su cumplimiento por el bien común, no solo por el propio, tiene sus raíces bien robustas en las deficiencias educativas, tanto en el sistema educativo como en la intimidad del hogar; así como en un sistema político sin régimen de consecuencias.
Si seguimos, la lista sería muy larga.
Para lograr conectar con nosotros y los demás, en estos momentos que nos han obligado a detenernos, podemos hacer uso de los mejores amigos que podamos tener. Esos amigos no los puedes ver ni abrazar.
No están afuera, sino dentro de ti. Actitud, equilibrio, optimismo, creatividad, valor y oración. Y es que cuando asumimos los retos con una actitud positiva podemos lograr el equilibrio en nuestras vidas. Sea
mo y creatividad nos permitan ver más allá de las dificultades y descubrir el coraje y valor que hace posible superar cualquier dificultad.
Todo está en nuestro interior. El último de los amigos, pero no menos importante, es la oración. Sin importar cuáles sean tus creencias, ora. Como decía San Agustín: “Sabe bien vivir quien sabe bien orar”.