Los medios, la distención continental y Lincoln

Los medios, la distención continental y Lincoln

Los medios, la distención continental y Lincoln

Vivimos en un momento de acelerado gran vuelco en la historia, en el cual, el humano universal se posiciona. Ahora la comunicación, necesaria y distintiva del nuevo periodo, viene siendo ejercida con un extra de responsabilidad agregada a la legalmente requerida.

Con ello, sin proponérselo; llena un vacío de liderazgo ante el agotamiento de los mesiánicos, carismáticos y otros, creando expectativas. Ya no basta a los medios conseguir a los hechos reportándolos.

Tienen el poder de pautarlos y fomentarlos previamente; por ejemplo la guerra o la paz; el futuro o la prolongación del pasado; ¿qué consumir?, ¿quiénes o cómo ser? Los medios evolucionan con su tiempo y se involucran socialmente con o en contra.

La vida cotidiana a veces nos da sorpresas; por tiempos se estanca y aburre sin cambios, discurriendo en círculos viciosos decadentes, hedonistas, frívolos. Otras veces, desde fuera nos impacta el ciclón o el tsunami.

El terremoto o el volcán nos tragan desde sus profundidades. Todos sin preguntarnos, cambian los panoramas, cuando no sea que lo haga el desarrollo social o esa otra tendencia a aniquilarnos que usamos como salida al exceso de estrés, mezclado con el aburrimiento y la corrupción de la decadencia.

Es un estado social patológico, que se descarga individualmente en agresiones o se desagua bélicamente succionándonos.

En tiempo de crisis la pugnacidad primaria (animal) que poseemos, es como nuestra piel irritada que se restregara excitada con malas tradiciones culturales.

Por ejemplo “Somos descendientes de Caín, el fratricida, cuando los hijos de Adán y Eva y sus hijos eran toda la población mundial”.

Escondiendo la Biblia el linaje de la pareja de Caín. Son de los modos con los que excusamos la criminalidad, y como pretendemos dignificar las de las guerras y sus exterminios, envolviendo atrayentemente en uniformes, ceremonias, banderas, himnos, honores, glorias y vanos orgullos, a los participantes en las masacres hechas o por hacer, lejos de los beneficios privados de los magnates y halcones que las promueven.

Hay desde el inicio de la guerra del golfo una campaña guerrerista aureolada de patriotismo que pasma. Sí le damos aceptación, otra vez se avasallará a la humanidad y se conflagrará al mundo inyectándolo de terror y pánico, polarizándonos entre los absolutismos de los antípodas, derivados de las dinámicas guerreristas que los crean.

Es por lo que contrarrestándoles hay que madrugarles, orientando por otros caminos en nuestro continente a nuestras comunidades, originarias o no, sin retrocesos antropológicos, con una visión integracionista y del nuevo mundo real, capaz de neutralizar las guerras imperiales, antes de que la humanidad coseche sus efectos.

Lo moral es la medida del sacrificio humano, algo que no puede inventarse artificialmente sin que sus autores paguen por los daños causados.

Preventivamente la ciudadanía norteamericana tiene que cambiar ideológicamente y posee otros faros superiores en lo que inspirarse y así lo hará.

La grandeza del Lincoln, relegada para darle relevancia a otros principios, figuras e intereses, tras la segunda guerra mundial, volverá hacer su referente guía. Grande fue al ganar la Guerra de Secesión, encarnando valores y derechos humanos sin fronteras, salvando la preservación y unidad de su nación agrietada.

Más grande fue al dictar las condiciones que conducirían a los estados del sur a su reintegración, con la visión que él defendía, reafirmándola, para que esa aciaga guerra interna sirviera no al poder del norte que la había ganado, sino a toda la nación que han sido los Estados Unidos.

Graves injusticias resentidas desde sus orígenes y otras trabas atávicas, hijas del tiempo de las que el propio Lincoln fue víctima, continúan el proceso dentro de los Estados Unidos, dependiendo de las luchas por ellas en todo el mundo. Pero la consistencia de aquel presidente de los Estados Unidos, es el legado superior de su historia.

Si hubiera tiranizado a los derrotados y les habiese abierto juicio, de los Estados Unidos no quedarían ni rastros.

Es una deuda mundial con ese gran estadista nato, incomparable; una academia en la cual inscribirnos antes de ir a West-Point. Esas son las raíces comunes que continentalmente nos integraran en el futuro, dignificando la vida sin la pobreza, el horror y las emigraciones que crecen.



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