La cooperativa de los maestros, con más de 200 mil socios, es una de las de mayor capacidad económica del país. nicolás monegro
Santo Domingo.-Si el señor Robert Hermann Schomburgk hubiera sido un aventurero científico, como Charles Darwin, connacional y contemporáneo suyo, se hubiera podido afirmar que fue el primer turista extranjero de la República, a la que llegó en 1849 tras su designación como cónsul británico en Santo Domingo un año antes, pero era un científico, no un hedonista; un funcionario, no un visitante.
Sin embargo, sus paseos por las partes del país a donde lo llevó su curiosidad de investigador dejaron abierta una puerta para que se le incluya entre los turistas extranjeros de mediados del siglo xix. Estos paseos sentaron la pauta que serviría de base, años después, para el desfogue de los investigadores dominicanos.
El interés de Schomburgk, como el de Francisco Moscoso Puello, su hermano Rafael María Moscoso, José de Jesús Jiménez Almonte, Eugenio de Jesús Marcano y sabe Dios cuántos otros que han orientado en el país sus esfuerzos hacia la naturaleza al punto de irse a caminar como exploradores, tiene en el fondo un elemento que conecta con el turista local, capaz de endeudarse para ver la variedad y la belleza natural de su país.
Por todas partes
¿Cuándo supo la gran masa de la opinión pública dominicana que médicos y otros profesionistas se iban los fines de semana y días de fiesta a recorrer su país en motocicletas? Cuando un grupo de ellos sufrió un percance en noviembre del año 18 con una turba de haitianos en La Palmita, una localidad de la Carretera Internacional que suelen recorrer en un paseo semestral.
También fue conocido el hábito de un director de periódico y su familia por el hecho de haber sido asaltados por ladrones armados en un vedado de San Cristóbal a donde se fueron a curiosear en las navidades del año 20.
La masiva profesionalización y tecnificación que tiene lugar a partir del Movimiento Renovador en la Universidad de Santo Domingo, la estratificación de las opciones en la educación superior y el surgimiento de las escuelas técnicas le han impreso a la sociedad dominicana un mundo de opciones.
Este abanico de oportunidades ha generado, junto con las políticas públicas, la voluntad familiar y personal, el acortamiento de los tramos en la escalera social por la que han ascendido millones de personas, muchas de las cuales han sido seducidas por la promoción del turismo que hacen operadores del negocio y los gobiernos, que se combinan para sacar a miles de dominicanos de sus casas a pasarse un fin de semana en un resort, irse por un día a una montaña o a un río, a veces a un lugar distante con la finalidad de ver una carretera recién construida, a comer chenchén en San Juan, un pescado en Barahona, una arepa de maíz verde en San José de Ocoa, una trucha en Cotuí o un mabí en El Seibo.
Médicos y maestros
Una prueba de esta disposición en el ánimo de los profesionales puede ser encontrada en la Cooperativa Nacional de los Maestros, que según el renglón Turicoop del informe del año 18, prestó a sus socios 136.1 millones de pesos para turismo interno.
Es sabido de muchos que los maestros cuentan con algunas ventajas sobre la base de su condición y del aburguesamiento del gremio que los agrupa, que al principio, dirigido contra los gobiernos, era una fuerza de choque a tono con el perfil de los años 70 hasta mediados de los 90 del siglo pasado, pero que ahora es una de las cooperativas de mayor solvencia material del país. Parte de esta fortaleza económica es la posesión de un hotel en San Pedro de Macorís, a donde van a dar muchos maestros en condición de paseantes o turistas.
Los médicos también tienen una cooperativa y entre los servicios que ofrece está el de Medi-tour, que consiste en préstamos para el turismo interno o externo con el propósito de estimular la participación, recreación y programas de vacaciones. Sin los niveles de información que la cooperativa de los maestros, que permitan establecer cuánto dinero pueden destinar los médicos para turistear, señala, sin embargo, que en ningún caso el préstamo para estos fines excederá de 150 mil pesos.
Según el portal en la internet de la cooperativa de los maestros, esta entidad cuenta con más de 200 mil socios. La de los médicos, con sus 40 mil, es un poco más modesta.
Y más allá
Practicantes de otras profesiones y oficios también se derriten por dejar de agonizar en el tráfico cotidiano de grandes ciudades, como la Capital y Santiago, para ser por un día, o un fin semana, invitados de un amigo en una casita de campo, en cinco tareas sembradas de naranjos y aguacateros, en una cabaña en la loma, o simplemente en un resort todo incluido.
Navidad y Semana Santa prueban a la vista la inclinación del espíritu del dominicano, que en los distintos niveles de la base social no tiene nada mejor que ofrecer cuando le llega desde el extranjero un pariente, que un par de días en un resort, y estos, también sea dicho, muchas veces no encuentran nada mejor que pedir.
Con la vista puesta en los números de estas dos cooperativas se puede afirmar que el turismo interno, de mantenerse la estabilidad política, la paz social y el buen desempeño económico, es un área de la vida nacional con un porvenir brillante.
Y además, que esta inclinación se encuentra cimentada en el placer que se desprende de ponerse en contacto con la naturaleza del país, que desde el 5 de diciembre de 1492 ha sido registrado por visitantes extranjeros, como consta en el diario de Cristóbal Colón.
Algunas cifras
—1— Mucho dinero
Los maestros tomaron en préstamo más de 136 millones de pesos para turistear en el año 18.
—2— Vaya límite
La cooperativa de los médicos les presta dinero, pero les pone un límite. No más 150 mil pesos.
—3— Salir a pasear
Recorrer lugares interesantes del país es un hábito extendido.