Tony, Rafa y Luis Rosario estuvieron hablando de lo que ha sido la orquesta de Los Hermanos Rosario. JOSE DE LEON
SANTO DOMINGO.-Ellos eran 14 hermanos, muchachitos buenos y bien criados a los que los vecinos y amigos siempre estaban ayudando.
Tuvieron una educación de nivel y una formación que fue su base para convertirse en los hombres que son hoy y que por más de 40 años han formado la agrupación de Los Hermanos Rosario.
Hablando para Coloquios de EL DÍA, Rafa, Luis y Tony Rosario se desvanecen en recuerdos y cuentan cómo fue su niñez, aquella que los hacía “marotear” todo el día con una felicidad tan certera que hoy día la extrañan ferozmente.
La nostalgia
El que más habla es Rafa Rosario, quien con una nostalgia marcada en su rostro cuenta de lo estupendo que todos la pasaban cuando en Higüey eran los hijos de Aura y Don Ramón, unos padres que lo hicieron todo para que a ninguno de sus hijos les faltara nada.
“Nosotros trabajamos desde pequeños, mi mamá hacía los mejores conconetes del mundo e igual el dulce de naranja.
Ella era la única en eso, dice Rafa al tiempo de mencionar que después ellos mismos se levantaban a las cuatro de la mañana para salir a vender y llevar dinero a la casa”. Contando la historia de su niñez, los tres hermanos coinciden en que esa trayectoria de vida fue parte fundamental para ellos convertirse en los artistas que son hoy día. Rafa cuenta que su papá tenía una zapatería en la casa, luego un colmado que ayudó a que él siempre estuviera en la casa y supervisará cada uno de los pasos de todos sus hijos.
Luis, quien es el bajista del grupo, aprovecha la entrevista y muestra varios momentos de su infancia que tiene guardados en fotos en su celular. “Mira esta casa se la prestó el síndico de Higüey a papá para que nos mudáramos, esa casa está ahí, sigue igualita, mírala aquí en donde conservo fotos en mi celular”, asegura Luis Rosario, el más bromista de todos.
Complicidad
Tony le hace señas a Rafa que cuente cuando se mudaron a La Romana y allí empieza Rafa a recordar cómo llegaron a vivir en una casa que era una iglesia que tenía varias habitaciones, y que su valor eran 55 pesos mensuales y su mamá logró que la dejaran en 50 y allí ya podían vivir un poco más holgados.
Su madre en ese entonces trabajaba y ganaba 50 pesos, su papá ganaba 95 y con eso compraban ropas para sus hijos, que siempre eran los mejor vestidos del barrio por eso de que eran artistas. De esos 14 hijos que procrearon don Ramón y doña Aura (ambos fallecidos), vivos quedan 12 hermanos.
Hicieron todo tipo de trabajos, construcción, vender por las calles y picar terrenos, trabajo este que le llevó a Rafa un día a pensar que eran los guerreros de las piedras. Maroteando en el campo se bañaban en el río y corrían por las calles de cada pueblo donde se mudaban, siempre fueron felices y agradecen a sus padres el haber puesto empeño en su educación, la unión fue algo por lo que sus padres lucharon siempre.
El colmado quebró y entre risas ellos revelan: “Imaginate 14 muchachos comiendo de ahí”. Buscando mejoría la familia Rosario se mudó a La Romana, en una iglesia ubicada en el centro de la ciudad, donde pagaban 50 pesos mensuales. Allí se mudaron hasta algunos con sus esposas e hijos, y como eran tantos, en el barrio les pusieron de apodo “Los Mucho”.
Más adelante se fueron a laborar al barrio Savica, de La Romana, donde trabajaron picando piedras y se hacían llamar ‘Los guerreros de piedra’. En ese sector un español construyó un centro comunal, donde crearon un grupo club recreativo músico cultural, compuesto por jóvenes con ideales revolucionarios.
Recuerdo cultural
“Allí nosotros hacíamos poesía coreada, había un director de escenografía, un director de cultura y yo declamaba. Nosotros luego auspiciamos un festival de la voz y yo gané el primer lugar, pero no porque lo auspiciamos, sino porque al parecer le caí más simpático. Ahí participó Toño, que canta muy bien y mi hermana Aurita”, refirió Rafa Rosario en medio de risas.