Los grandes individuos

Los grandes individuos

Los grandes individuos

Wilfredo Mora

Frente a la vorágine humana, en la que se interrelacionan individuos, actividades y gobiernos, la historia es un privilegio que nos puede agradar a sobrellevar la existencia, y entremezclarse con la memoria que precede a la felicidad. Actualmente la historia pertenece al dominio de lo serio, de la abnegación, a conatos de guerras, no propiamente a los períodos de felicidad, que no aparecen en ella más que excepcionalmente.

Desde mis años por el mundo soviético, no había vuelto a escuchar el nombre de Karel Kosík, sino hasta hace unos días, en un intercambio de textos sobre la terrible realidad que se nos aproxima con el tema de la inmigración ilegal. Mi interlocutor inesperadamente citaba a Kosík, más o menos con estas palabras: “Para entender los fenómenos sociales, debemos traspasar su apariencia externa” (sic).

Al considerar la práctica corriente de no tomar las palabras al pie de la letra, intentaré analizar lo que él pensó sobre la relación existente entre los términos historia e individuo. Para determinar su función específica, en relación a ciertos fenómenos sociales, como el que les mencionó más arriba: la inmigración, que es una pandemia internacional, sobre todo.

Karel Kosík es un filósofo checo, de orientación marxista; participó en la revuelta conocida como la Primavera de Praga (1968), en que se finalizó la era del socialismo y, en consecuencia, surgió la nueva constitución que adoptó el nombre de República Socialista Checoslovaca, pero diferente.

La cuestión ahora es lo que está a punto de ocurrir en esta pobre isla, compartida por dos naciones. En ellas se puede aplicar la idea de los grandes individuos y los simples hombres, que son seres humanos, aplastados por la historia. Son las actividades de los individuos las que determina la historia que está por venir.

Y no necesariamente son individuos históricos, es decir, que realmente saben de antemano lo que quieren, y los métodos que van a utilizar para lograrlo.

Quienes creen que tienen la potestad de guardar silencio, o de ser indiferentes, o de no poner en acción ninguna actividad que molesta sinceramente el sentir de las masas, que cada día protesta, que se queja y se irrita por sus necesidades cotidianas incumplidas (lo que pasa en los hospitales, el cupo de sus hijos en las escuelas, el desempleo, la formación de ghettos de ilegales, entre otros aspectos más del problema de la incursión de ilegales haitianos); quienes creen que pueden sólo mandar, y decir que los simples individuos, son objetos de la historia, no saben nada.

Este penoso caso de ilegales e indocumentados en República Dominicana, no es nada si se los equipara a los actuales eventos en toda Europa, con las desastrosas elecciones en Francia, en la que no se ondearon banderas francesas, sino islámicas, para celebrar el triunfo.

Asimismo, el monstruo que se gesta en Venezuela, que tendrá elecciones este 28 de julio, donde el oficialismo proclama que el tiempo político está cumpliendo un papel histórico (será el de convertir a cada ciudadano “enemigo potencial del otro”).

La teoría de los grandes individuos está orillando la humanidad al abismo. Por eso, es cotidiano ver a simples individuos de toda clase, enfrentándose unos contra otros, sin voluntad para defenderse de los de arriba, que son sus verdugos.

Con todo su poder, y sin importar la apariencia que adopte, el movimiento LGBT, “los grandes individuos” representan un ridículo, y desgraciadamente, los simples hombres, con su comportamiento enloquecedor, una menuda tragicomedia.
¡La historia de la humanidad ha perdido el timón!



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