La Marcha Verde luce agotada, en la forma de las movilizaciones multitudinarias con que se inició. Era previsible. La experiencia de otros países, como los Indignados de Europa, la Marcha de los Pendejos, en Venezuela, demuestra que esos movimientos cumplen un ciclo y desaparecen. Pero dejan sus frutos.
La Marcha Verde, con su volcánica irrupción al escenario, hizo más de que lo podía esperarse de ella. Sacudió la conciencia moral de la nación, denunció con rigor la corrupción y la puso entre las principales preocupaciones de la sociedad, que hasta entonces parecía resignada ante ese mal; denunció la impunidad que la fomenta y puso en evidencia a muchos de los principales culpables.
Colocó al Gobierno a la defensiva, como en ningún otro momento lo había estado, le minó parte de la base social urbana al peledeísmo, levantó la voluntad de lucha de la población, dio una lección de unidad dentro de las diferencias y creó mejores ánimos para la participación política de la gente; entrenó a contingentes de jóvenes que si asimilan la experiencia, tienen mucho que aportar a la lucha política propiamente dicha. Son estos solo algunos de sus frutos.
Claro, algunos tumba gobiernos que creen que con la vocinglería basta, pretendieron asignarle objetivos políticos inalcanzables y totalmente ajenos a una lucha cívica, que por el contenido de sus demandas, tenía sus limitaciones.
El Gobierno lo sabía y jugó al tiempo. La base social del movimiento, la pequeña burguesía urbana, se caracteriza por la inestabilidad, la falta de constancia y los vaivenes, que van del entusiasmo extremo al desaliento y el pesimismo.
En este episodio ese sector social dio la pelea y jugó su papel, no se logró el fin de la corrupción y la impunidad y ahora algunos lucen decepcionados.
Cuando no hay razón para estados de ánimo negativos. La Marcha Verde ganó el combate desde el primer round y hay que recoger sus frutos de ese triunfo.
Cumplió su ciclo como movilización multitudinaria, pero sigue viva, debe adaptarse a una realidad distinta, sus líderes comprenderán que los objetivos de la Marcha Verde solo se alcanzan con el cambio del actual partido en el poder por un gobierno de transición democrática, comprometido con las reformas políticas, económicas y morales a cuyo logro la Marcha Verde ya ha hecho su valioso aporte y desde su actual realidad puede seguir haciéndolo.