Lily Montaño.
Si hay una palabra que está definiendo nuestro diario vivir es la diversidad. Hoy más que nunca estamos confluyendo con distintos grupos sociales, de otros países, otras culturas, creencias e idiomas. Sin embargo, hoy más que nunca las diferencias están siendo motivo de rechazo, discriminación, exclusión.
Los países con economías más desarrolladas que el nuestro, cada vez más se están conformando por diferentes grupos étnicos, pero hoy asisten o viven períodos repetidos de violencias en sus escuelas, universidades, en áreas de gran concurrencia, muchas de las veces ocasionados por jóvenes de estas minorías. No es desconocido, que estos jóvenes muchas veces sufrieron desde niños acoso, violencia escolar, rechazo, entre sus iguales y lo que es peor la ignorancia, violencia silente, donde no se le da participación a un miembro de un conglomerado.
Estas vivencias muchas veces generan en la víctima de este rechazo, actitudes violentas, antisociales, ojo, nosotros tenemos la facultad también de crear ese monstruo que tanto tememos, cada vez que alienamos, etiquetamos, señalamos a un individuo, que siempre será diferente a nosotros.
Niños heridos que mal curaron y canalizaron sus heridas, que aunque crezcan reclamarán ese amor que no supo darle su familia, la sociedad.
Integrar en este mundo globalizado siempre será la clave. La exclusión genera odio, vacíos, violencia.
