Lo primero es admitir que soy cristiano devoto, confeso y corazón. Sí, cristiano protestante, evangélico, no católico, no pentecostal, ni bautista, ni nada raro, solo cristiano. Y también muy crítico conmigo y con los hermanos de fe; no fanático y solo respeto los dictámenes de la Biblia. NO sigo a hombre ni mujeres, solo a Cristo que salva.
Los evangélicos no tenemos derecho de imponer a la fuerza nuestras creencias a otros. Porque la salvación es personal y seguir a Cristo es una decisión que cada quien, por separado debe hacer. No tenemos derechos de pararnos en la esquina de un barrio o frente a una casa, sin permiso de la comunidad, ni autoridad, con bocina a todo dar e iniciar a vociferar cuantas cosas entendemos correcto.
Como dice Eclesiastés 3, que todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Entonces nos preguntamos, por qué los hermanos evangélicos deben esperar las 7 de la noche, hora en que las personas regresan a sus hogares para descansar de un día entero de trabajo, para desplegar con cantos mal entonados y gritos desconcertantes en nombre de Dios.
Los que no son cristianos, y con su razón, van a aborrecer eso. Nosotros nos preguntamos, ¿Qué diferencia hay entre un grupo de evangélicos que se para con bocinas o megáfonos al frente de una casa o casas con alabanzas y con oraciones, lecturas bíblicas, y un grupo de jóvenes con su música reggaetón, tecno o jazz?
Entendemos que no hay ninguna diferencia. Porque si a eso vamos, si el evangélico tiene derecho a colocar su verdad en cualquier esquina, los Hare Krishna o Jarecrisna, los Católicos, los Musulmanes, los Judíos y los propios muchachos con su música estridente tienen el mismo derecho.
¿Con que derecho o justificación un cristiano-evangélico se puede parar frente a la casa de un judío con altoparlante en mano a gritar que Cristo viene y que deben seguirlo a Él? Estoy seguro que a un cristiano le molestaría que fuera al revés, que un judío se pare frente a su casa a decir que el Cristo no ha llegado, que Jesús de Nazaret no fue, ni es el mesías.
Pero peor aún, cuando un dominicano trabajador, solo tiene el sábado o domingo para dormir o descansar y se quiere levantar un poco más tarde, y viene un hermano cristiano evangélico a las 7 de la mañana a difundir la Buena Nueva. Créanme que verá al Diablo puro y no entenderá el mensaje, porque es una imprudencia con él y otros ciudadanos que duermen a esa hora y que posiblemente irá a su iglesia o congregación.
Hay reglas que cumplir y en nombre de Dios, los evangélicos estamos violando reglas urbanas que contraviene a las ordenanzas de la Biblia. Porque como dice en Romano que toda ley en la tierra, deviene de la ley divina.
Hay otros que si son organizados y piden permiso a la comunidad y al ayuntamiento y hacen jornadas más eficientes, que pararse a vociferar en una esquina lo que entendemos nuestra verdad.
Debemos respetar la creencia de los demás y recordar que esto es por fe, no por imposición ni porque más se vocifere o se pele más la garganta.
Hay métodos más sutiles para divulgar la palabra de Dios, sin violar el derecho que tiene el otro de no recibir en su casa nuestras verdades.