El presidente Abinader recibió ayer la primera protesta de ciudadanos que acuden al Palacio Nacional con pancartas, exigencias o quejas. Pero estaba ausente.
Quizás habla bien del gobierno que eran los insistentes Rosario, el pobre grupo de incautos notoriamente estafados por un abogado mejor protegido que Putin, pues ni siquiera las reseñas de medios internacionales describiendo su fraudulento esquema han servido para motivar la acción pública en su contra.
Peor todavía, muchas de sus víctimas prefieren continuar siéndolo antes que admitir su propia candidez.
Es absurdo e infundado el reclamo de los despistados Rosario, por un inexistente fondo de trece mil millones de euros, dizque legítima herencia esquilmada por políticos.
Su abogado les dice que el dinero llegó desde Suiza y está depositado en el Banco de Reservas (que reiteradamente lo desmiente).
Los propaladores de esa fantasía consiguen “distingancia” mediática organizando rebuses callejeros de manera frecuente e impune.
Así facilitan que continúe la inmisericorde estafa. ¿No habrá algún fiscal o funcionario ansiando un caso fácil para lucirse? Ojalá que Luis quiera…