Leonel Fernández y el PLD consiguieron el apoyo de Joaquín Balaguer en 1996 para imponerse a Peña Gómez en segunda vuelta.
SANTO DOMINGO.-En una parte importante de la opinión pública ha ido ganando espacio la idea de que la elección presidencial de julio será decidida en segunda vuelta, una herramienta introducida en la Constitución en el año 1994 para disolver las crisis periódicas, y cada vez más agudas, en las que se veía envuelto el sistema electoral dominicano.
Dos años después de haber sido adoptado aquel recurso, tomado de sistemas electorales latinoamericanos, sirvió para cerrarle el camino de la Presidencia de la República a José Francisco Peña Gómez y no ha vuelto a surgir la circunstancia en que el Poder Ejecutivo sea decidido por balotaje, como se le denomina en algunos países a esta elección en la que uno de los candidatos obtiene más de la mitad de los votos emitidos.
En este punto estriba la incertidumbre de la opinión pública, que no parece convencida de que uno de los seis candidatos presidenciales alcanzará por lo menos uno más de la mitad de los votos que serán emitidos el día 5 de julio.
Hasta hoy
Los que votaron por primera vez en las elecciones del año 2000, cuando las opciones de mayor calado estuvieron encabezadas por Hipólito Mejía, candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD); Danilo Medina, del Partido Liberación Dominicana (PLD), y Joaquín Balaguer, del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), no vieron segunda vuelta.
Tampoco la vieron en los años 2004, 2008, 2012 ni 2016, ellos ni quienes votaron por primera vez en cada uno de esos años, porque no la hubo.
Cuando más cerca estuvo una elección de decidirse en balotaje fue en mayo del año 2000, pero Danilo Medina, que alcanzó 796 mil 923 votos (24.94%), necesitaba la palanca de Balaguer, que había quedado en la tercera posición con 785 mil 926 votos (24.60%), pero no convenció al líder reformista de que endosara su apoyo contra Mejía, que había alcanzado un millón 593 mil 231 votos (49.87%) de los emitidos en el nivel presidencial.
En el año 1996 había habido una decisión en segunda vuelta a favor del PLD y su candidato, Leonel Fernández, que había conseguido el apoyo de Balaguer. El 16 de mayo de aquel año la candidatura de Peña Gómez alcanzó un millón 332 mil 760 votos (45.93%), la de Fernández logró un millón 129 mil 874 votos (38.94%) y la de Jacinto Peynado, el PRSC, 435 mil 55 votos (14.99%).
El 30 de junio hubo una elección en segunda vuelta en la que el PLD y Fernández alcanzaron un millón 466 mil 382 votos (51.25%) y el PRD y Peña un millón 394 mil 641 votos (48.75%).
Aquí y ahora
La clave para que a partir de los años 1996 y 2000 no se hayan presentado de nuevo las condiciones para una elección presidencial en segunda vuelta ha sido la política de alianzas y la polarización del voto.
La última vez que hubo tres opciones fuertes fue cuando se enfrentaron Mejía, Medina y Balaguer, pero en esa ocasión la renuencia del líder del PRSC impidió la elección por balotaje.
Con la elección de la candidatura presidencial del PLD en octubre de 2019 se quebró la unidad y, en la acción más radical, el que hasta entonces era el presidente de esa organización política se fue y se ha presentado como opción por la Fuerza del Pueblo y una coalición de la que forma parte el PRSC.
Este hecho ha traído de vuelta una tercera opción que ha puesto a pensar a los analistas y comentaristas en la posibilidad de que nadie alcance tanta popularidad que pueda llegar al 50 por ciento de los votos del 5 de julio.
Estas tres opciones son la del Partido Revolucionario Moderno (PRM), hacia donde se ha desplazado una parte mayoritaria de la dirigencia y la base social que había hecho del PRD una fuerza política de primera línea; el PLD, partido organizado primero alrededor de ideas y reorganizado alrededor del poder, con tanto tiempo como fuerza hegemónica que ha sido el poder el que lo ha dividido, y Fernández, que por haber sido tres veces presidente de la República y haber enfrentado la oposición de sus antiguos cofrades a que fuera de nuevo candidato, recoge alrededor de su persona la atención que por sí mismo no puede alcanzar ninguno de los otros candidatos presidenciales por el hecho de carecer de experiencia de Estado, relaciones de poder y fijación popular.
Tiene, esto sí, el encono de sus contrarios políticos y el peso negativo de haber sido presidente durante 12 años.
Lo que se espera
El peso de la Presidencia cuando empuja a favor de un candidato presidencial es tal que en el año 2004 Hipólito Mejía alcanzó el 33.65% en una elección a la que llegó precedido de una crisis financiera que empobreció hasta a los pobres, del alza del precio del petróleo y de la confrontación con una parte de la prensa.
Es improbable que el candidato del gobierno quede por debajo de ese 34%.
En una segunda vuelta Fernández tendrá que tomar una decisión difícil. Pactar con el PRM es irse en contra, no de la dirigencia, sino de la base natural de su condición de líder político, a menos que Danilo y el PLD decidan llevarlo al segundo lugar.
Abinader y el PRM tienen que ganar en primera vuelta, o en segunda, con los votos de la oposición. Ganar con los votos del PLD es una quimera difícil de ponderar.
— Traumático
En un año difícil para todos, con un nivel de elección suspendido, anulado y vuelto a montar, con unas elecciones pospuestas por la emergencia de una pandemia, nada más le falta al pueblo dominicano una segunda vuelta.
50% Es la cantidad de votos.
Más uno para poder ganar la Presidencia en la primera vuelta electoral.
Peña Gómez cayó en segunda vuelta
Único. José Fransico Peña Gómez, candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano en el año 1994, estuvo en el foco de una crisis electoral junto con Joaquín Balaguer, candidato del Partido Reformista Social Cristiano.
Dos años después, en 1996, hubo de nuevo elecciones presidenciales en las que Peña fue de nuevo el candidato presidencial del PRD y aliados.
Balaguer, impedido de serlo porque se lo prohibió una reforma de la Constitución, propició el éxito de la candidatura del PLD y esperó a Peña en la segunda vuelta, cuando endosó la candidatura de Leonel Fernández.
Una coalición de fuerzas se cruzó en el camino de la Presidencia, que Peña Gómez consideraba un paso franco gracias a las alianzas.