Una serie de desaciertos de la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, y sus asesores hizo que la ventaja del Partido Conservador sobre el Partido Laborista cayera de un margen de más de 20 puntos en abril, cuando se convocaron las elecciones, a un solo dígito.

Los inversores están comenzando a tomarse en serio el riesgo de que la votación no resulte en el “Gobierno fuerte y estable” prometido, y hasta ahora la principal víctima de esta palpitante inquietud es la libra esterlina.

Por su parte, el Brexit superó otro desafío: sus opositores desistieron de intentar usar los tribunales de Irlanda para aplazarlo en el último segundo.