No hay duda que los promotores de boxeo se han constituido en verdaderos magos de la publicidad, promoción y relaciones públicas, al colocar a millones de personas a la expectativa ante de la realización de un combate de cierta importancia.
Utilizan a la perfección lo que los nuevos eruditos de la lengua denominan la “posverdad”, aunque más temprano que tarde se descubra el “delito”.
El objetivo de los promotores es llamar al máximo la atención, sin importar un comino el lastre que finalmente quede, porque lo importantes es lograr las metas trazadas, que en un cien por ciento son puramente económicas.
Eso ocurre con el enfrentamiento entre Gennady Golovkin y Saúl “Canelo” Álvarez, cuya realización depende ahora del informe que rinda la Comisión Atlética de Nevada sobre el consumo de clembuterol por parte del azteca.
Cada día los promotores obtienen más seguimiento hacia la pelea, al mantener en ascuas a los fanáticos de si se va a materializar, o no, el próximo cinco de mayo.
Desde que se informó que Canelo había dado positivo, por el supuesto consumo de carne vacuna, deduje que eso formaba parte de una estrategia arriesgada, con el objetivo de aumentar cada vez más el interés del soberano.
Que nadie ponga en duda que en este caso se está utilizando a la perfección los muy manoseados términos de posverdad y “posmentira”, conscientes de que el combate se montará el cinco de mayo, porque “negocios son negocios”, y solo se barajan en casos excepcionales.
Ya se conocen esos métodos engañosos, que al parecer la gente lo asimila sin chistar.