Santo Domingo.-“Péguense como anoche”, “acomódense, que falta uno”, “dame lo mío”, son algunas de las frases más populares que utilizan los “controles” como comúnmente les llaman a los «llenadores» de carros, esos hombres que nunca hacen caso al pronóstico del tiempo, pues su necesidad los lleva a desafiar la lluvia, el sol y el sereno, por conseguir de 10 a 25 pesos.
El control, casi siempre al servicio de los sindicatos, es una figura clave en las rutas más concurridas por los capitaleños son: Villa Mella- Sabana Perdida, Charles de Gaulle- Kilometro nueve (Carretera Mella), John F. Kennedy – San Vicente de Paul, Avenida Duarte- Los Minas, Villa Mella- Punta, Barrio Nuevo- Los Minas, Albert Thomas- Av. Nicolás de Ovando, Villa Mella- Charles de Gaulle, entre otras.
La función que desempeñan los controles sobrepasa la que les corresponde, debido a que en ocasionesdeben organizar los turnos de los vehículos, colocar parasol (cartones) y algunos hasta tienen que limpiar cristales y espejos de los vehículos.
Diariamente estos individuos trabajan por turnos, llenando los vehículos con pasajeros en horarios alternados desde las 06: 00 de la mañana hasta las 12 de la noche y cada chofer le paga una cuota de 10 pesos, esto en caso que el conductor no sea “moroso”.
Los días que les va bien, y si los choferes no le piden muchos «fiao», logran obtener entre 400 y 500 pesos. No obstante, estos trabajadores se ven en la obligación de comer en la calle y de lo poco que ganan deben comprar alimentos, por esta razón a veces no les queda ni la mitad del dinero para llevar a su familia.
“Imagínate, lo que engancha no da para nada, porque yo tengo que comer aquí, no me puedo ir a mi casa y si uno no se come algo en una fritura, en la cafetería un servicio cuesta casi 200 pesos, no le queda nada para llevar a la mujer y a los muchachos”, expresó Braulio Gómez, de 48 años, control de la ruta Barrio Nuevo – Los Minas.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadística(ONE), la tasa de desempleo general se estima para este año en un 15%.
Por esta razón, estos trabajadores en su gran mayoría hombres, se mantienen en la constante búsqueda particular de un capital para el sustento propio y el de su familia deseando insertarse en un empleo formal, pero falta de oportunidades no se lo permite.
Luis de la Cruz, control de la ruta Villa Mella- Sabana Perdida narra que se ocupó en ese oficio porque no se preocupó por estudiar y aunque tiene otro trabajo independiente, tiene que trabajar de control por necesidad.
“A veces aquí llenamos más de 20 carros todo el día y nos dan lo que ellos quieren, pueden ser 10 o 15 pesos, porque hay días buenos y malos, por ejemplo trabajo todos los días y en ocasiones los domingos porque no hay mucha necesidad”, expresó.
Este joven de 28 años, dice que lo más difícil de ser control es el “abuso” que cometen los choferes de las rutas.
“No es fácil levantarse todos los días, pasar horas trabajando como un “animal” y que cuando llenas los carros no te quieran pagar o que te salgan con un fiao de 10 pesos que si los vas sumando hacen un buen dinero”, agregó.
La ley del garrote
Vistos por muchos como un terror, algunos controles se comportan de manera agresiva y mientras unos utilizan usan libreta y lapiceros para anotar los turnos de las unidades, los hay que imponen sus propias reglas y, garrote en manos, obligan a los llamados carros «piratas» a desmontar los pasajeros para que utilicen las unidades afiliadas a la ruta en cuestión.
Con frecuencia, una simple discusión por un pasajero degenera en un pleito violento que en ocasiones deja muertos o heridos, y casi siempre uno de los protagonistas de la trifulca es precisamente «el control» de la ruta, que a veces ni siquiera sabe manejar.
A pesar de esto, para los choferes los controles representan un soporte en su trabajo, ya que ellos con fuerte voz anuncian la ruta a seguir e indican a los pasajeros el vehículo indicado. Algo muy distinto piensan los pasajeros que los ven como un estorbo en su marcha, ya que a veces ni se dirigen en la dirección que ofertan.
Emilia Rodríguez, pasajera de la ruta Los Mina- Avenida Duarte, dijo “para mi esa gente son un “fastidio” porque yo siempre uso esta ruta, pero el carro en que me quiero montar lo elijo yo, ellos no saben tu condición para querer obligarte porque les falte uno”.
Beneficiosos para unos y molestia para otros, los controles son personas que al igual que otros trabajadores independientes, venden su fuerza de trabajo a cambio de una remuneración económica con la agravante de que en la mayoría de los casos son mal pagados, sin ninguna protección social y -eso sí- con el desprecio de muchos.