Cuando se trata de perder peso, hay quienes eliminan drásticamente los carbohidratos. Sin embargo, hay una porción recomendada; el truco está en seleccionar fuentes y porciones saludables.
Según la Clínica Mayo, “una reducción drástica y repentina de ellos puede provocar efectos secundarios temporales muy incómodos como: estreñimiento, dolor de cabeza, calambres musculares”.
La restricción severa de carbohidratos puede provocar que el cuerpo descomponga las grasas en cetonas para obtener energía. Esto se denomina cetosis, la cual puede causar efectos secundarios, como mal aliento, dolor de cabeza, fatiga y debilidad.
No está claro qué tipo de posibles riesgos para la salud a largo plazo puede significar una dieta con bajo contenido de carbohidratos.
La restricción de carbohidratos a largo plazo puede provocar deficiencias de vitaminas o minerales y alteraciones gastrointestinales.
Algunos expertos en salud creen que, si se come una gran cantidad de grasa y proteínas de origen animal, en verdad podría aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca o algunos tipos de cáncer.
Si optas por seguir una dieta baja en carbohidratos, presta atención a las grasas y proteínas que elijas.
Limita el consumo de alimentos con grasas saturadas y trans, como la carne y los productos lácteos con alto contenido de grasa, que pueden aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca.
Lo más importante cuando estas pensando hacer cambios significativos en tu alimentación y rutinas de salud, es consultar con tu proveedor de servicios.
Es siempre bueno hacer una verificación del funcionamiento de tu corazón, hígado, y riñones en especial después de los 45 años de edad. Prevenir es preferible a curar.