Los ayes de los perversos

Los ayes de los perversos

Los ayes de los perversos

Mayra de Peña

Anoche meditaba en cómo anda el mundo –y es que no me da tregua- y Dios -que es un Dios de detalles- conociendo mi cansancio del alma en torno a los males que nos aquejan, me llevó hasta Su Palabra y me habló, dirigiendo mis manos hacia el libro del Profeta Isaías, encontrándome con lo concerniente a los «Ayes de los malvados» y al leerlo me pareció como si lo hubiera escrito para nuestros días;

Lo comparto para alertar a las mentes de los que como tales actúan y se hacen de ojos ciegos y oídos sordos, creyendo que su escenario durará toda la vida y que no hay quien verdaderamente juzgue.

Isaias.5 del verso 8 en adelante.-

¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad, hasta ocultarlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador, las grandes y hermosas.
¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed. Por eso ensanchó su interior el Seol (la muerte) y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba. Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos.
¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
!Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!

Muchas veces nos desesperamos cuando vemos tantas injusticias, cuando sentimos que todo nos ha fallado, pues nos preguntamos ¿Dios y quién juzgará, si los que han sido instituidos para esto han demostrado incompetencia, donde la ambición y los intereses particulares han tomado la delantera y sentimos que la situación se nos está yendo de las manos?

Dios nos dice que hay quien juzgue, que nada quedará impune, que los que tienen esta sed insaciable de enriquecerse al costo que sea, serán juzgados, que los que de una y mil maneras están contribuyendo a que nuestros jóvenes se pierdan en los vicios y la violencia en todas sus expresiones tendrán juicio, por lo tanto no desmayemos ni perdamos la perspectivas, más bien sigamos firme haciendo la diferencia.

Muchos dicen ¿pero si Dios es tan grande por qué permite que esto llegue a estos niveles?… ¿por qué hay tanta injusticia en el mundo? Sé que de injusticia está minado el mundo, pero el mismo Dios ha revelado a través de Su Palabra que Él no trasciende sus propias leyes…nos ha dado libre albedrío de elegir, y nos ha dicho que cada acto tiene su consecuencia, dejándonos leyes y estatutos de vida…y aún más… envió a su Hijo Jesús para dar su vida en rescate por nosotros…pero esta en cada uno el recibirlo, por lo que de nuevo reitero…es asunto de elegir.

Seamos ejemplo de conducta y oremos para que los que son objeto de los ayes conozcan a Cristo y sean transformados, pues si no, la sentencia fue decretada ya!



Mayra De Peña

Lic. en Contabilidad, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduada de Periodista, en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP). Locutora, con un Diplomado en Comercio Exterior, y Diplomado en Política Estratégica. He desempeñado diversas funciones dentro del sector Privado y Gubernamental. Hija de Dios y amante de la naturaleza. Creo en vivir a plenitud de manera equilibrada y en lo significativo de quererse y valorarse como individuo. Soy una feliz madre de tres hermosas hijas, creo en el matrimonio, en la institución familiar y en la importancia de predicar con el ejemplo. Amo escribir y con ello transmitir mi sentir y sobre todo tengo en alto estima alimentar el espíritu, pues de él mana la vida.

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