El estadio de miseria en que se desenvuelven los atletas dominicanos, incluso los de primer nivel, debe motivar a los dirigentes, muchos de los cuáles viven como verdaderos “tutompotes”, a iniciar desde ya una agresiva campaña, tendente a que no sigan en condiciones paupérrimas, denigrantes y deprimentes.
Si bien los diferentes gobiernos han mostrado algún interés por realizar algunos cambios sobre esa penosa realidad, las intenciones cuanso se han iniciado no han tenido continuidad.
Cuando los atletas, como en el caso de los Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, logran buenos resultados, entonces, es que se buscan algunas soluciones al vapor para subsanar lo que se podría definir como “déficit de atención” a sus problemas fundamentales.
La propuesta que hace el dirigente Luis Chanlatte, de que se proporcione viviendas a los atletas, debe ser tomada bien en serio por las autoridades del sector oficial, pero también por los olímpicos, dándole un amplio seguimiento.
No es justo que en estos tiempos, atletas de primer nivel, que como dice el pueblo que “ponen en alto la bandera tricolor en playas extranjeras”, todavía residan en ranchos con letrinas, a la usanza del pasado siglo.
El gobierno puede realizar acuerdos con empresas de construcción, tal como se hizo en los proyectos La Barquita y Juan Bosch, para proporcionarle viviendas decentes a los atletas y técnicos de primer nivel.
Tal y como propone Chanlatte, si hay una real preocupación por mejorar las condiciones de vida de esos abnegados ciudadanos, no hay mejor compensación que entregarle una vivienda decente, como tiene que ser.