En todas partes del mundo las instalaciones deportivas, de cualquier naturaleza, son utilizadas con frecuencia para la realización de todo tipo de eventos de asistencia masiva, dado que son escasas las ciudades que construyen obras para albergar concentraciones multitudinarias, como shows artísticos y mítines políticos.
Uno de los requisitos fundamentales para dar permiso a ese tipo de eventos extradeportivos, es el compromiso obligatorio de obtener un seguro que garantice la reparación inmediata de cualquier daño que se pueda producir durante las presentaciones.
Esa ha sido hasta ahora la norma que ha mantenido el Ministerio de Deportes para autorizar espectáculos artísticos, políticos y religiosos, porque es común que se produzcan daños durante su desarrollo.
Sería lamentable que el requisito del seguro obligatorio no esté siendo aplicado, ya que esas aglomeraciones tumultuarias, a veces incontrolables por la escasa de consciencia ciudadana, producen destrozos.
Ese historial de desórdenes en esas concentraciones ha tenido como respuesta la negativa de empresas privadas de alquilar espacios para ese tipo de eventos, siendo de ingrata recordación los hechos ocurridos hace ya unos años en el hotel Dominican Concorde.
Por coincidencia, fueron miembros de esa organización política los que escenificaron la pasada semana actos vandálicos que dejaron como resultado daños de cuantía en el Pabellón de Voleibol del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.
Sin ningún tipo de excusas o dilaciones, esos destrozos deben ser reparados de inmediato, porque no se puede seguir permitiendo que propiedades del Estado sigan siendo víctimas de delincuentes incrustados en organizaciones políticas. Ya está bueno de que esos “ciudadanos” antisociales sigan fuñendo a la mayoría de los dominicanos.