Dice Eclesiástico 6, 14 que «un amigo fiel es un refugio seguro, quien lo encuentra ha encontrado un tesoro». Encontrar un tesoro es más difícil que sacarse el loto, así que hallar un amigo de verdad es igual, y más cuándo se tiene poder, influencia o dinero.
Las moscas siempre van donde hay miel.
La muerte de Orlando Jorge Mera, de Patricia Ascuaciati y otros que han muerto a manos de supuestos amigos cercanos pone en evidencia que no todo el que dice ser amigo lo es o hasta puede ser un enemigo silente lleno de odio y malos sentimientos.
El poder es el ámbito donde mayor se evidencia la amistad interesada y peligrosa. Cuando se ocupa un cargo sobran los amigos que se acercan al puesto, no a la persona, buscando conexiones, trabajos, ascensos, reconocimientos, negocios o lo que sea.
Si el que está en el poder no llena las expectativas de esos supuestos amigos del poder, serán los primeros en difamar, detractar, matar moralmente o acuchillar por la espalda al objeto de la amistad al que cosifican según sus necesidades. Esos amigos son los hipócritas que más llaman, invitan, buscan, celebran cumpleaños, se hacen cercanos y aplaudirán y adularán de sobra al que está en el puesto de poder mientras esté en él.
Esos falsos amigos, cuando se sale del cargo, se rebelan inmediatamente. Dejan de llamar y de buscar. Y en los casos de los que están más arriba en la escala de la desfachatez y la ingratitud, llegan al extremo hasta de evitar al antiguo amigo que a lo mejor cuando ejerció el cargo fue buena persona con ellos o les hizo bien, porque para ellos solo fue un trampolín o una escalera para subir a donde querían.
La amistad verdadera es sólo un adorno que distingue a las almas puras. Ya lo dijo Voltaire: “Sólo entre gente de bien puede existir la amistad, ya que la gente perversa solo tiene cómplices; la gente interesada, tiene socios; la gente política, tiene partidarios; la gente de realeza tiene cortesanos; únicamente la gente buena tiene amigos”.