Hermosos e imponentes, los anfiteatros romanos son una hazaña arquitectónica de diseño simple pero revolucionario, ejecutado de tan estupendamente que sigue siendo el modelo de los estadios que se construyen hoy.
Y eran mucho más que un campo de exterminio empapado de sangre. Su significado simbólico, religioso y político iba mucho más allá del ser un mero escenario para el entretenimiento.
Fue Vespasiano, el primer emperador sin la legitimidad conferida por descender de Augusto, quien, ante la necesidad de consolidar su gobierno y la estabilidad de la sucesión, construyó el Anfiteatro Flavio, más conocido como el Coliseo de Roma.
No era el primero pero, con una capacidad para acoger a 80.000 espectadores, era el anfiteatro de piedra más grande e imponente de todos.
El Coliseo se convirtió instantáneamente en un símbolo de ser romano en todo el imperio.
Era el lugar donde el gobernante demostraba su poder al pueblo y donde el pueblo romano podía sentir su propio poder y la gloria de su imperio.
Era, además, un modelo de sociedad romana, con asientos dispuestos jerárquicamente, los ricos y poderosos en los asientos delanteros inferiores y las masas, segregadas por clases, en las gradas superiores.
El orden impuesto en la arena, el control del organizador de los juegos y la ritualización de un proceso caótico y sangriento simbolizaba el orden impuesto al imperio y a la sociedad por el sistema imperial.
Fuera de Roma, las élites provinciales, en Italia y allende, ansiosas por demostrar su alineamiento con el mundo romano y su lealtad, construyeron anfiteatros y organizaron juegos.
Y cuando estaban ubicados en un contexto urbano, casi siempre estaban en la periferia de la ciudad.
Como muchos aspectos de los juegos y el anfiteatro, eso era simbólico.
El anfiteatro estaba en la frontera en varios sentidos, marcando el límite entre la vida y la muerte, el peligro y la seguridad, el orden y el desorden.
Como escribió en «Emperadores y Gladiadores» el historiador Thomas Wiedemann, el anfiteatro «era visiblemente el lugar donde se encontraban la civilización y la barbarie».
Así, se extendieron a lo largo y ancho del territorio romano, tanto que hasta el día de hoy hay más de 200 salpicados por todos los dominios de Roma.
De algunos, queda sólo el rastro, pero hay muchos que siguen gloriosamente presentes, y algunos aún como escenarios de lo divino y lo profano.
He aquí los 9 mejor preservados fuera de Roma.
1. Arena de Nimes
Con sus 133 metros de largo y 101 de ancho, y su fachada de 21 metros de altura, el anfiteatro de Nimes, en el sur de Francia, conserva las 34 gradas de asientos, en las que más de 23.000 galorromanos presenciaban combates entre gladiadores o animales.
Y hoy en día sigue siendo usado para algo similar: desde 1863 su ruedo elíptico es sede de ferias taurinas.
Pero esta estructura que sobrevivió haber sido convertida en fortaleza en la Edad Media y la construcción de casas particulares en su interior (demolidas en 1809), también es escenario de eventos deportivos y conciertos.
El Anfiteatro de Nîmes se completó en el año 100 d.C., poco después de la finalización del Coliseo en Roma. Más o menos el 90% se conserva, incluidos casi todos los asientos y las 60 filas de los arcos exteriores originales.
2. Coliseo de Thysdrus
El anfiteatro de El Djem, es también llamado Coliseo de Thysdrus y a veces recibe el nombre de Ksar de la Kahena, pues la princesa bereber Kahena, que en el siglo VII unió las tribus bereberes para frenar el avance de los invasores musulmanes, se refugió ahí con sus seguidores durante cuatro años hasta que fue vencida.
Es el anfiteatro más grande de África y el cuarto del mundo, tras el Coliseo de Roma, el de Capua y el de Pozzuoli.
Está en Túnez, en El Djem, la antigua ciudad de Thysdrus en la que fue la provincia romana de África, y está catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
De su estructura se conserva alrededor del 70%.
A pesar de que algunas de sus piedras se utilizaron para construir la ciudad de El Djem, todavía mantiene parte de los relieves y esculturas de la fachada, los fosos de los leones y un sistema de canalizaciones y cisternas que recogían el agua de la lluvia.
Se completó alrededor de 238 d.C. y, a diferencia de varios otros anfiteatros, no se construyó hundiéndolo en el suelo sino sobre él, desde cero, con arenisca amarilla.
Tenía suficiente capacidad para recibir 35.000 espectadores.
Hoy en día, entre 27.000 y 30.000 espectadores pueden escuchar, en vez de rugidos de feroces bestias y gladiadores, armoniosas melodías en el Festival Internacional de Música Sinfónica de El Djem cada verano.
3. Arenas de Arlés
Volvamos al sur de Francia, a la ciudad que sedujo al pintor Vincent van Gogh, quien vivió y pintó ahí varias de sus más famosas obras.
Arlés fue fundada por los griegos en el siglo VI a.C. pero fueron los romanos, que se la tomaron en 123 a.C., los que la convirtieron en una ciudad importante y obviamente digna de albergar un anfiteatro.
Aunque con una capacidad para 20.000 personas no es de los más grandes, pero alrededor del 90% de su estructura está entera, incluyendo la mayoría de sus asientos y gran parte de su fachada.
Como la Arena de Nimes, con la caída del Imperio romano de Occidente en el siglo V, el anfiteatro se convirtió en refugio de la población y se transformó en un fortaleza con cuatro torres.
Adentro, se construyeron más de 200 casas, lo que lo convirtió virtualmente en un pueblo amurallado, con todo y plaza pública y dos capillas.
Pero a partir de 1825, por iniciativa del escritor Prosper Merimee, se transformó en monumento histórico nacional.
Las casas fueron puestas lentamente bajo propiedad nacional y arrasadas hasta recuperar la obra original.
Como varios otros edificios romanos de la ciudad, el anfiteatro está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Y sigue en uso, para festivales taurinos y eventos culturales.
4. Arena de Verona
Y si hablamos de seguir en uso, tenemos que irnos inmediatamente Verona, Véneto, Italia, pues el anfiteatro que está su Piazza Bra es sin duda uno de los más concurridos y vistos gracias a la popularidad de los eventos que se presentan en él.
Por su impresionante acustica, es el hogar del Festival de Verona, al que los espectadores llegan para escuchar óperas que empiezan al atardecer sentados en los antiguos asientos de piedra y prendiendo velas cuando cae la noche.
Y no sólo es ópera lo que se presenta en esta arena construida en el año 30 d.C.
Figuras internacionales como Paul McCartney, Elton John y Adele han hecho conciertos en ella, y ha sido en varias ocasiones el lugar elegido para terminar la competencia ciclista Giro de Italia.
El anfiteatro conserva el 100% de los asientos y la estructura interna, pero todos menos cuatro de los arcos de la fachada exterior original fueron desmantelados después de que un terremoto en el siglo XII los dañara y se tomara la decisión de reutilizar el material en otros lugares.
5. Pula Arena
El anfiteatro de Pula, en Croacia, también conocido como Pula Arena, es el único anfiteatro conservado que cuenta con cuatro torres y con los tres órdenes arquitectónicos clásicos perfectamente preservados en altura.
Aunque se modificó varias veces en su historia, la estructura que se ve hoy se completó en el año 81 d.C.
Su fachada es espectacular; en su sección más alta alcanza más de 100 metros y tiene tres niveles de arcos.
La cavea, el área de asientos principal, podía acomodar a 23.000 espectadores, separada de la arena por puertas de hierro.
Estuvo en riesgo de ser desmantelado en 1583, cuando el Senado veneciano quiso llevárselo y reconstruirlo en Venecia, pero la idea fue rechazada.
En 1932 fue adaptada para recibir a más de 7.000 personas y hoy en día se presentan óperas, festivales de cine, conciertos y hasta partidos de hockey.
6. Anfiteatro romano de Pompeya
El anfiteatro de Pompeya es el anfiteatro romano más antiguo que aún sobrevive.
Fue construido en el año 70 a.C. y tenía espacio para hasta 20.000 personas que se sentaban separadas de la arena por un parapeto decorado con frescos de gladiadores.
En el año 59 d.C. el Senado de Roma decidió cerrar la arena tras unos violentos disturbios desatados por los vítores de la audiencia que enfrentaron a los habitantes de Pompeya y los de Nocera.
Pero la medida fue retirada en el año 62 d.C., después de que un desastroso terremoto asoló la ciudad.
17 años después, junto con toda la ciudad, el anfiteatro quedó sepultado por la erupción del Monte Vesubio.
Hoy en día, los visitantes del sitio arqueológico de Pompeya pueden caminar dentro y alrededor del anfiteatro.
A pesar de la cantidad de espectadores que podría albergar, la fachada exterior es de solo un nivel, pues gran parte de la estructura fue excavada profundamente en la tierra.
7. Anfiteatro de Oudna
De vuelta en Túnez, lo que no sorprende, pues el norte de África fue una región importante para el Imperio romano.
La mitad de este anfiteatro, con capacidad para más de 16.000 espectadores, fue construído hundido en una colina.
La otra mitad, sobre el suelo, con una fachada de la cual sobreviven suficientes de los arcos de piedra como para indicar que debió haber sido impresionante.
8. Anfiteatro de Leptis Magna
Y nos quedamos en el norte de África, en una ciudad prominente durante el Imperio Romano, Leptis Magna, en Libia.
Su anfiteatro fue excavado en una depresión natural, o antigua cantera, en la terraza rocosa al sureste de la ciudad, cerca del mar.
Unas 16.000 personas podían acomodarse en sus gradas, las cuales, así como los pasillos, están muy bien conservadas.
Por las inscripciones se sabe que la élite prefería sentarse en las filas de asientos inferiores del sureste del anfiteatro, donde podían recibir la brisa y admirar esculturas como el altar para Némesis, la diosa de la perdición y una deidad favorita en los anfiteatros romanos.
La construcción fue dedicada al emperador Nerón, y gracias a esa inscripción se puede situar la fecha de finalización de la obra alrededor del año 56 d.C.
9. Anfiteatro de Avenches
Y por último, a la ciudad que fue la capital de la Suiza romana: Aventicum, o Avenches.
Su anfiteatro, que se completó en el año 165 d.C. y podía recibir 16.000 espectadores, se fue rodeando de edificios medievales e incluso adquirió en el siglo XI una torre defensiva.
Se había dejado de usar como sede de espectáculos en el siglo IV y pasó a ser una cantera de piedra.
Grandes porciones de su fachada exterior fueron retirados para hacer otros edificios y el tiempo fue cubriendo muchas de sus filas de asientos, que no han sido excavadas.
Sin embargo, lo que se ve está muy bien conservado y en uso: las noches de verano se llena de música con una serie de eventos como el festival Rock Oz’Arènes, cuya ecléctica programación y la participación de estrellas internacionales atrae a un público entusiasta.
Durante el día, los visitantes pueden pararse en el centro de la arena, el sitio en el que hace casi dos milenios solían tener lugar las batallas de gladiadores.