Si yo fuera Andrés Bautista, expresidente del Senado y presidente del PRM inculpado en el juicio del escándalo Odebrecht, me avergonzara de que mi honra sea defendida por Roger Noriega. Otros “defendidos” recientes de ese audaz cabildero gringo han sido el terrorista cubano Posada Carriles, el siniestro calié peruano Vladimiro Montesinos, la extrema derecha de Haití y los golpistas hondureños.
Desde que el PLD defendió a Zelaya y la democracia, Noriega ha intensificado sus disparates sobre Santo Domingo, con fantasías tan desmesuradas como cuando acusó a Venezuela de iniciar un programa para desarrollar bombas atómicas con asistencia iraní.
Recientemente, sus artículos de prensa han llegado al paroxismo de afirmar que Danilo Medina preside “un gobierno en proceso de convertirse en dictadura” con “sus intentos por consolidar otra Venezuela o Cuba en el Caribe”.
¡Ave María Purísima! Los clientes de Noriega con intereses dominicanos, como Gilbert Bigio, deberían ofrecerle alguna dosis de cordura, pues aún sea legítimo que la extrema derecha combata a los peledeistas, temeridades mentirosas y sediciosas acarrean consecuencias.
