Loma Miranda es hija de esta patria. Llena de encantos naturales, de especies endémicas de flora y fauna, se levanta en un montículo de la cordillera Central.
Desde allí, llamó la atención de extranjeros, quienes al visitarla y conocer sus atractivos ocultos, es decir, sus minas, hablaron con su padre, el gobierno y pidieron “su mano”.
Se la concedieron a cambio de dinero. La tomaron, rasgaron su hermoso traje y abrieron su vientre, para extraer órganos de incalculable valor en el mercado internacional.
Perdió su virginidad y belleza. Muy tarde, su familia (el pueblo) comprendió, que su padre debió consultarlo, antes de entregarla para ser sacrificada.
Cada nación tiene sus fuentes de riquezas. El Gobierno, como administrador de sus bienes, debe explotarlos adecuadamente, buscando los mejores beneficios para sus gentes.
En el suelo y subsuelo de República Dominicana hay tesoros materiales de incalculable valor. Tenemos una naturaleza esplendida, con áreas preñadas de variadas minas.
¿Qué son las minas? Son lugares de donde se puede extraer mucho de determinadas cosas. Las hay de sal, níquel, hierro, ámbar, etc. En el país solo reciben amplia promoción cuando una empresa internacional llega a explotarla, no antes.
De inmediato se escuchan voces, destacando los aspectos negativos: depredación, daño al medio ambiente, contaminación de los ríos, aumentan la miseria, ¡se lo llevan todo!! A veces pienso que hay mucho de emotividad, celos envueltos. Un buscarle defectos a “ese marido que no nos gusta para la hija” y queremos sacar del escenario.
En el caso de loma Miranda, ¿quien es culpable de los males que se desprenden de su explotación? ¿La minera o el Gobierno al aprobar el contrato? De seguro conocían de su variedad de especies, bosques, necesidad de proteger las aguas, etc. ¿Por qué no la colocaron dentro de las áreas protegidas, en lugar de entregarla en sacrificio? No se concibe, que luego de pasado tantos años, nos percatáramos de que deben suspender la explotación y declararla parque nacional. ¡Imagínense!
Bueno, la ventaja de esta reacción tardía es que hemos aprendido varias lecciones. En primer lugar, que antes de tomar la decisión de explotar minas, se debe disponer de estudios, hacer una investigación científica sobre lo que encierra, ponderar bien los beneficios, consecuencias económicas y sociales en la población, medio ambiente, etc. Consultar al pueblo en debates. Deben hacer un plan de ordenamiento territorial para la minería, que permita sostener con firmeza las decisiones.
Recordar que poner en marcha la explotación, en la forma que sea, involucra inversiones millonarias y tiempo.
Es fácil protestar, despertando el sentimiento nacional, lo difícil es enseñar a cargar con los errores, respetar la palabra dada, enmendar sin apabullar.
Es penoso que por razones emocionales o conveniencias políticas partidistas, el Gobierno y los legisladores hagan que los inversionistas pierdan su capital, derechos y la posibilidad de hacer otros productos para la humanidad. Debemos proyectar la imagen de ser una nación seria, con seguridad jurídica, en la que se puede confiar. Eso atrae capitalistas y turistas.
Loma Miranda opera en 42 kms y el deposito mineral es de 4.6 kms, ¿por qué no se atienden los miles restantes? Los errores no se enmiendan haciendo uso de la fuerza, sino educando con objetividad.
El despliegue publicitario, sobre los aspectos negativos de esta mina es tan grande, que parecería que frena el desarrollo nacional. Poco se dice de sus bondades, aunque han trascendido obras sociales, comunitarias, empleos y beneficios compartidos. No se habla de los gobiernos culpables.
No he ido a loma Miranda. Dicen que tiene su cuerpo lleno de cicatrices, que la reforestación no podrá borrarlas ni devolverle sus encantos. La ventaja es que recordaran que debemos aprender a negociar; que la culpa no es del “marido” que la explota, sino del “padre” que la negoció por 75 años.
El cambio de derechos, leyes, solo debe ser posible por mutuo consentimiento, si están cumpliendo lo pactado. Lo contrario generaría un caos.
Para el futuro, aprendamos las lecciones. Así que, a bajar el tono de voz, secarse las lágrimas, dialogar y apelar a la generosidad del socio, a fin de cuidar mejor el medio ambiente y la población.