Los recuerdos de lo que sucedió en 2010 se activaron en la memoria de los residentes de Haití este sábado por la mañana.
«Me desperté y no tuve ni tiempo de ponerme los zapatos. Vivimos el terremoto de 2010 y lo único que podía hacer era correr. Después recordé que mis dos hijos y mi madre estaban dentro todavía. Mi vecino fue y les dijo que salieran. Corrimos a la calle».
Así vivió Naomi Werneus, de 34 años y residente de Puerto Príncipe, la sacudida de tierra que se registró este sábado alrededor de las 8:30 am hora local en Haití.
El terremoto afectó principalmente las ciudades de Jérémie y Les Cayes, en el suroeste de la nación caribeña, pero también se sintió en la capital e incluso en República Dominicana, Cuba y Jamaica.
Hasta este sábado por la noche, el balance oficial de muertos era de 304, pero, con al menos 1.800 personas heridas y cientos de desaparecidos, es probable que la cifra vaya en aumento.
Prácticamente todos los testimonios que llegan desde Haití hablan de cómo el sismo de este 14 de agosto hizo revivir en los haitianos el trauma del 12 de enero de 2010.
Ola de pánico
Milford Milo, habitante de Puerto Príncipe, le dijo a BBC Mundo que la zona más afectada era sin duda el sur del país.
«En la capital no se presentaron daños, aunque hubo una ola de pánico que hizo que muchas personas salieran a las calles debido a lo que pasó hace 11 años», manifestó Milo.
En 2010 Haití fue víctima de un feroz terremoto que dejó cerca de 200.000 muertos y más de 300.000 heridos y convirtió en ruinas gran parte de Puerto Príncipe y de las ciudades cercanas.
Más de un millón y medio de haitianos quedaron entonces sin hogar, lo que dejó a las autoridades de la nación y a la comunidad humanitaria internacional ante un colosal reto en un país que no tiene un registro de tierras o reglas de edificación.
Aquel sismo destruyó cientos de miles de casas, así como edificios administrativos y escuelas, sin olvidar el 60% del sistema de salud haitiano.
La reconstrucción del hospital principal del país sigue sin terminar y las organizaciones no gubernamentales han tenido problemas para cubrir las numerosas deficiencias del estado.
Gritos y huida
El suroeste de la empobrecida nación caribeña fue sin duda la zona más golpeada.
«Vi cuerpos siendo sacados de los escombros, heridos y tal vez personas muertas», le dijo a la agencia Reuters Jean Marie Simon, residente de Les Cayes de 38 años, que estaba en el mercado en el momento del terremoto y corrió a su casa para ver si su familia estaba a salvo.
«Escuché gritos de dolor en todos los lugares por los que pasé».
Su esposa y su hijo de 2 años se estaban bañando y salieron corriendo a la calle, desnudos, justo antes de que el frente de su casa se derrumbara.
Simon le dio a su esposa su camisa y se refugiaron en el patio de una iglesia con otros vecinos. La casa de su madre también colapsó.
El archidiácono Abiade Lozama, jefe de una iglesia episcopal en Les Cayes, le dijo al diario The New York Times: «Las calles están llenas de griterío. La gente está buscando a sus seres queridos o recursos, ayuda médica, agua».
«Muchas casas están destruidas, hay personas muertas y otras están en el hospital», le dijo a la agencia AFP Christella Saint Hilaire, una joven de 21 años que vive cerca del epicentro.
«Estaba en mi casa cuando empezó a temblar, estaba cerca de una ventana y vi cómo caía todo», contó. «Un trozo de pared me golpeó la espalda, pero no estoy muy herida».
Tamas Jean Pierre, residente de Jérémie, dijo que la posibilidad de que hubiera un tsunami hizo que sus padres «huyeran de la ciudad con sus hijos en brazos».
«La gente está aterrorizada», subrayó.