Que Geraldini fuera el primer obispo residente 27 años después de la llegada de la expedición colombina no significa que muchos miembros de la Iglesia Católica no hubiesen articulado esfuerzos de propagación del mensaje del Evangelio y la religiosidad castellana en esta isla de La Española, bautizada así por Colón, y conocida por los taínos como Haití.
Esas acciones contaron con el respaldo del Papa, obispos españoles, órdenes religiosas y el Estado de Castilla.
Geraldini llega a un territorio con poco más de un cuarto de siglo de una historia conflictiva entre la ambición de encomenderos, las luchas de poder entre los representantes de la corona y el sufrimiento de la población aborigen hasta su práctica extinción a la llegada de nuestro personaje y el inicio del arribo de africanos en condiciones de esclavitud, pero también es el escenario donde monjes y sacerdotes predicaron, celebraron los sacramentos y articularon discursos en torno a lo que pasaba en ese proceso de conquista y civilización.
Abordar lo acontecido cinco siglos después nos debe generar cautela en no perseguir un relato ingenuo y civilizatorio que oculte la desaparición violenta de una raza en tan breve periodo de tiempo, pero también evitar una explicación de un holocausto puro que no permite valorar los esfuerzos de tantos hombres que, usando la razón y su fe, construyeron espacios de dignidad para todos los habitantes, fueran europeos, taínos o africanos.
O nos enfrentamos a lo complejo del proceso y sus múltiples y opuestas fuerzas, o terminamos armando un relato ideológico ajeno absolutamente a la investigación histórica.
Tres discursos fueron construidos por hombres de fe en esta isla antes de la llegada de Geraldini, con propósitos y resultados muy diferentes, pero ubicados en su tiempo, tanto por su procedencia peninsular, como por la manera en que reaccionaron al pueblo que vivía en esta isla y que procedía de la cuenca del Orinoco en una epopéyica migración de isla en isla por el arco antillano centenares de años antes de que las primeras naos europeas fondearan en aguas caribeñas.
Previo a la llegada de Geraldini a la isla de La Española tuvimos un primer estudio etnográfico por Fray Ramón Pané, la única voz de los taínos.
El segundo relato es el esfuerzo de legitimar religiosamente la conquista y dominio de los españoles sobre el pueblo taíno que habitaba en la isla, emulando el relato de Covadonga, en el Santo Cerro. Y el tercero, una defensa de la integridad de los seres humanos producido por los dominicos.