Una amiga me comentó que al pastor Ezequiel Molina no hace falta defenderlo, ya que tiene quien lo haga: su propio abogado, el mismo al que la cantante Rosa Karina hace referencia en una de sus canciones.
Por tanto, lo que escribo aquí no es para defenderlo, sino para invitar a un análisis objetivo de las palabras que pronunció en su sermón del 1 de enero durante La Batalla de la Fe, titulado “Cisternas rotas”.
En su mensaje, Molina abordó temas como la libertad de prensa, la corrupción y la pérdida de valores en la sociedad dominicana.
El pastor identificó los que, desde su perspectiva, son los principales males que afectan a nuestra sociedad actual.
Uno de sus señalamientos más destacados fue sobre el aumento de psicólogos y terapeutas en la actualidad, acompañado por un incremento en los problemas de salud mental. “¿Son malos los profesionales de esta área? No”, aclaró.
Otro punto polémico fue su crítica a la libertad de prensa y al contenido que, según él, premia las malas palabras bajo el pretexto de la creatividad de algunos creadores de contenido. Y yo les pregunto ¿es mentira?
Molina también denunció la mala calidad de los líderes espirituales, señalando que muchos buscan beneficios personales en nombre de Dios, incluyendo a pastores, sacerdotes y líderes religiosos de diversas denominaciones. Por lo tanto le dio a su gremio su pelita también.
Respecto a la corrupción, indicó que la percepción generalizada de que todos los funcionarios son corruptos está arraigada en la ineficacia de las medidas anticorrupción, de lo que nos quejamos a diario.
Sin embargo, gran parte de su mensaje ha sido eclipsado por una declaración controvertida: “Detrás de cada mujer exitosa, lo más probable es que haya un hogar descuidado”.
Aunque sus palabras fueron cortadas en muchos análisis, Molina explicó que esta opinión proviene de sus más de 70 años de experiencia y que comprende que otros puedan haber visto lo contrario.
Todas las semanas, por temas personales, me toca visitar el área de salud mental de un hospital, y está lleno.
En principio, pensaba que se trataba más de niños con trastornos del neurodesarrollo, pero no. Más del 60 por ciento de los casos, según indicaciones que me dio el personal, son menores con ansiedad, adicción a las pantallas y videojuegos, problemas de disciplina y, escuche usted, adicción a los vapes.
Señores más allá de criticar al mensajero, que ha sido la reacción de muchos, es importante reflexionar sobre el mensaje.
Es momento de detenernos y analizar en qué estamos fallando como padres y como sociedad. ¿Estamos prestando atención a las señales de alerta? ¿Estamos fomentando valores sólidos en las generaciones futuras?
Lejos de la polémica, el sermón de Molina invita a un debate necesario sobre los retos que enfrentamos como sociedad. Es un llamado a la introspección y a la acción.