- Publicidad -

Lo peor…

Me disponía a garabatear esta columna sobre alguno de mis temas preferidos, como la necesidad del imperio de la ley con dura macana legal contra delincuentes flagrantes e impunes, cuando recibí la triste noticia de que una entrañable compañera del colegio falleció el domingo.

En ese tránsito la han precedido varios amigos que, por compartir largas horas en la escuela y fuera del aula, quedan instalados en los afectos que el tiempo ni la distancia logran aminorar ni borrar.

Mis contemporáneos que salimos de la secundaria en 1976 ya vamos acercándonos a una edad en que la juventud del espíritu y las ganas de vivir son difíciles de compatibilizar con casi siete décadas de gozada vividura. Hemos sido afortunados de mantenernos en contacto y ocasionalmente compartir socialmente, aunque no tanto como algunos quisiéramos.

Del poema de Góngora de 1623 sobre la engañosa brevedad de la vida, usualmente se citan los versos finales. Hoy —fecha del 45to aniversario del fallecimiento de mi papá— prefiero estos: “…qué presurosa corre, qué secreta / a su fin nuestra edad. A quien lo duda / fiera que sea de razón desnuda: / cada sol repetido es un cometa”.

La muerte, ante la eterna vastedad de la creación, ojalá no sea un punto final, condicionado a esos consuelos tercos que son la fe y la memoria. Porque quiero creer lo de Jeremías 29, 12 y 13: “Me invocarán y vendrán a rogarme y yo los escucharé; me buscarán y me hallarán cuando me procuren con todo su corazón”. Descanse en paz Matilde…

Etiquetas

José Báez Guerrero

Abogado, periodista y escritor dominicano.

Artículos Relacionados