El lanzamiento oficial ayer de la precandidatura presidencial del arquitecto Andrés Navarro, tras su renuncia al Ministerio de Educación, difícilmente habría ocurrido sin algún estímulo de parte del presidente Medina.

Navarro es quizás el rostro más fresco de los nuevos aspirantes peledeístas y quien con más tesón ha ido durante muchos meses armando su proyecto político.

A diferencia de los demás, valga decir Leonel, Reinaldo, Temístocles, Amarante, Segura y otros, Navarro exhibe como experiencia de Estado su paso por la Cancillería y Educación sin ningún escándalo o asomo de proceso judicial que pudiera afectarle.

En eso solo lo iguala Domínguez Brito, quien ya antes quiso ser presidente. Navarro dice que su proyecto tiene cuatro pilares: desarrollo integral del territorio, justicia social, fortalecimiento institucional y participación ciudadana; etiquetas que por sí solas carecen de mucho significado.

A mí me habría encantado verle someter a los ingenieros de las escuelas cuarteadas por recientes terremotos. ¿Es Navarro el sospechado delfín de Medina? ¿Podrá enfrentarse al avasallante leonelismo triunfalista? La trama se pone más espesa…