Leerás estas líneas próximo a la llegada del nuevo año 2016, momento en el calendario en que se suscitan incertidumbres, ya que los humanos nos caracterizamos por albergar temor hacia lo desconocido.
Por ello procuramos traer paz y sosiego al intentar prever los hechos más relevantes que nos traerá el nuevo año.
En primer lugar están las elecciones nacionales.
Estas se habrán de realizar sin la aprobación de una ley de partidos políticos, y el país sumergido en la pérdida de vitalidad que debe caracterizar una democracia con multiplicidad de partidos. Los resultados de la contienda electoral producirán pocos cambios fundamentales, incluyendo la carencia de pluralidad en el pensamiento que caracteriza la homogeneidad de ambición por el poder.
La economía global seguirá su marcha a costos financieros mayores debido al incremento de las tasas de interés del dólar, la estabilización de las dos principales economías, la china y la norteamericana, representando crecimientos más moderado la primera, y más vigoroso la segunda, lo cual implica la ausencia de impactos negativos para el país.
En cuanto a la situación de los combustibles, continuará una oferta abundante y precios bajos, solo amenazada por una escalada en las acciones bélicas relacionadas con Siria o los Balcanes, o la implosión final de Venezuela.
De igual manera, las materias primas básicas continuarán con sus precios bajos, sin que ello amenace nuestros ingresos por turismo o remesas familiares.
Los procesos de reforma en el país enunciados en la Estrategia Nacional de Desarrollo continuarán empantanados, esperando que se retomen de nuevo en 2016: Pacto Eléctrico, Fiscal, Laboral y Social.
En sentido general el año nuevo luce que traerá pocas sorpresas, pero por ello no debemos bajar la guardia. Los tiempos de este previsible clima de estabilidad no serán eternos y nada es para siempre.