No sé. Iba a escribir estas palabras que cada semana comparto con ustedes hablando de que llega un nuevo año y todo lo maravilloso que eso puede traer.
Pero me di cuenta de que no estoy en ese ánimo ahora mismo y, quizá, muchos de ustedes tampoco.
Y que conste que mi espíritu positivo volverá pronto, lo sé, pero ahora mismo está un poco agotado.
Doy gracias por muchas cosas pero también me siento saturada por muchas otras y creo que llega un momento en el que es necesario recuperar fuerzas; para eso hay que dejar salir también lo malo.
No pasa nada por sentirse cansado, triste, hasta un poco desanimado. Esa es una forma de exteriorizar lo que, por alguna razón, no se verbaliza y una vez que se deja salir es mucho más fácil retomar todo, abrir puertas y seguir con fuerza.
Esta columna se llama la vida en 300 palabras y la vida no es todo risas, felicidad y positivismo. Y no pasa nada. Está bien llorar si es necesario, gritar fuerte si eso saca lo que necesitas soltar, buscar ayuda, o mejor dicho, pedir ayuda.
No pasa nada por eso, somos seres humanos con todo lo que eso implica y estamos viviendo desde hace demasiado tiempo un periodo de incertidumbre que nos ha afectado a todos.
En este punto, ya me siento más animada porque he dejado salir ese sentimiento de cansancio y sé que mañana me levantaré con la fuerza de siempre y esperando este 2022 con los sentimientos que más intento tener: esperanza, solidaridad, compromiso, fortaleza y amor.
Y esto mismo es lo que les deseo a todos, a los que estén un poco tristes y a los que estén muy felices. Y, claro, lo más valioso últimamente: mucha salud.