Me decía hace unos días un buen amigo que por la facilidad que tengo para escribir podía aprovechar mi autoexilio para escribir un libro sobre todo lo que envuelve emigrar.
Son tantas las aristas de ese proceso que material habría de sobra. Desde el momento que tomas la decisión, hasta cuando ya comienzas a sentir desdén por las cosas que pasan a tu alrededor. De hecho, esa parte de desinteresarse no es tan fácil, pues aunque no quieras, la tierra natal duele.
Todos los que finalmente se adaptan a nuevos destinos tienen como elemento común el desapego, y cualquier experto podría certificar que es imposible adaptarse si la mente permanece en la patria original. Es difícil, sí, requiere esfuerzo pero hay que hacerlo.
Una clave para arrancar bien en un nuevo destino es la de permanecer siempre positivo y con la disposición de hacer lo que sea, y cuando digo esto, me refiero a entender que si es necesario comenzar haciendo alguna labor que no es la que habíamos pensado hacer ¡pues adelante! Si ciertamente eres bueno en algo, el tiempo será tu mejor aliado y pronto comenzaras a descollar, sobre todo porque en estas latitudes la meritocracia funciona, lo que finalmente te llevará a alcanzar cualquier posición que anheles.
Más aún, los dominicanos tenemos una ventaja y es que como somos “relambios” de naturaleza, caemos bien en cualquier ambiente. El temperamento anglosajón es más tranquilo, flemático y nuestra energía les gusta pues anima los centros de trabajo.
Lo que si no falla es lo que me advirtió un buen amigo que vive en Calgary, Alberta, y es la sensación de vez en cuando de soledad, sobre todo si por alguna razón se pasan muchas horas sin ocuparse y la mente comienza a recordar gente que se aprecia. Originalmente, me imaginé que exageraba, pero créanme, al final ese fantasma persigue, por lo que en el caso de estar ociosos es recomendable incluso hacer trabajo voluntario, el cual además es muy bien visto por estos lares canadienses.
Mientras, se acerca la época más difícil y a la que los de latitudes caribeñas estamos menos acostumbrados, cualquiera que la haya vivido fuera sabe que es la que más nostalgia genera, hora de prepararse física y mentalmente.
Llega el frío.