Linchamiento y Estado de derecho

Linchamiento y Estado de derecho

Linchamiento y Estado de derecho

El linchamiento es un delito cometido por la multitud, que es un término equiparado al de muchedumbre. En realidad, los doctrinarios del Derecho Penal, ya han establecido que “la muchedumbre es la matriz (seno, órgano) de la multitud”.

En la modalidad de los delitos de multitud, es decir, en el linchamiento (que significa la ejecución sin proceso legal por parte de la multitud, a un sospechoso), lo que está en juego es el atentado al Estado de derecho de una nación, por la desprotección de la ciudadanía que no cree ni obedece mucho a sus autoridades.

La criminalidad de los linchamientos es un concepto falso, por aquello de que “la clase criminal está incluida en la clase hombre” (Bertrand Russell).

Ordinariamente vemos a la ciudadanía querer linchar a delincuentes comunes, pero hay sociedades que prefieren linchar a políticos corruptos, por el tremendo mal que causan. Debido a esto es que decimos que es muy peligroso que se produzcan linchamientos. Puede ocurrir que ciudadanos inocentes sucumban frente a la violencia de una multitud.

Los linchamientos tienen un carácter de espontaneidad tumultuaria; la expresión de “justicia alternativa”, “justicia privada”, o “justicia vecinal” encuentra justificación, en parte, cuando ve que sus autoridades generan sin saberlo una crisis de autoridad. Bolivia ha denominado esta modalidad criminal como “justicia comunitaria”, particularmente en los casos de indígenas, indicando que es así como debe ser la justicia; nosotros, en cambio, ni por asomo, hemos calificado los linchamientos.

Históricamente nos preocupa el fenómeno de la inseguridad ciudadana, cuando en realidad lo que está ocurriendo es un conjunto de problemas con la seguridad urbana.

Los linchamientos tienen lugar bajo una fuerte sugestión de la masa. De repente se apodera de esa masa de sujetos una impulsividad, movilidad e irritabilidad, que sin medir consecuencias ni tomar ninguna dirección linchan o apalean a quien ha dado motivo racional de haber ofendido a esta colectividad. Nace con una burla, un grito, un asesinato, esta genera una furia en alguien, a la gente le parece un hecho cómico, o una actitud ridícula de parte del hombre que discute con un muchacho, el hombre que golpea a una mujer indefensa, o simplemente el que huye, frente a un grito de ¡ladrón, ladrón!

Los individuos pueden ser puestos en un estado tal que su personalidad consciente es transformada, al grado de que obedecen todas las sugestiones del evento hipnotizador (en algunos casos la impresión del delito que se observa), y le sume en tal estado, llegando a realizar actos “delictuosos”, o “contrarios a su carácter y a su educación o hábitos”.

Las noticias nos los demuestran.

El Estado de derecho dominicano es frágil, debido a la hipertrofia gubernamental. Justamente los principios que dan cuenta de la existencia de un Estado de derecho son los derechos fundamentales, la seguridad jurídica y ciudadana, y otros más.

Creemos que la distorsión a que ha llegado la mayor (in) seguridad ciudadana, que da cuenta de un estado de indefensión del ciudadano, que estamos frente a serios índices de debilidad en la pobreza económica y social, pero también jurídica.



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