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Limpieza digital: buena para tu salud mental

EFE Por EFE

El apego emocional también se puede dar en el ámbito digital. Aunque almacenar archivos en exceso parece inofensivo por no ocupar un espacio físico tangible, puede generar ansiedad, estrés y una sensación de saturación que afecta a la salud mental.

El temor de perder imágenes, vídeos, correos electrónicos y documentos es resultado de un vínculo emocional con el entorno digital, que puede afectar a la salud mental. Según los expertos de Cigna Healthcare, cada vez es más frecuente el temor a olvidar momentos significativos o archivos útiles, “como si equivaliese a borrar parte de la propia historia”, señalan.

“Igual que la limpieza física contribuye al bienestar, mantener el espacio digital organizado puede mejorar la claridad mental y reducir el estrés. Al eliminar archivos innecesarios y reestructurar mejor nuestra información, ganamos en eficiencia y bienestar”, añade la directora de Innovación de Cigna.

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Este apego suele estar relacionado con la incertidumbre, el miedo a la pérdida y la necesidad de control, afectando especialmente a personas con altos niveles de ansiedad o perfeccionismo. En algunos casos también puede estar vinculado con la soledad o la inseguridad, funcionando como un medio para aferrarse al pasado o a relaciones que ya no forman parte de la vida de alguien.

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EFE/EPA/ANDRES MARTINEZ CASARES

En los casos más extremos, la incapacidad para deshacerse de información irrelevante, combinada con la falsa sensación de seguridad que genera guardar todo “por si acaso”, puede derivar en lo que se conoce como “Síndrome de Diógenes Digital“. Este fenómeno emocional o psicológico excesivo a los datos similar al que experimentan las personas con Síndrome de Diógenes respecto a sus pertenencias físicas.

Estrategias para la limpieza digital

Los expertos de Cigna proponen cuatro estrategias para gestionar bien el espacio digital y la relación con la tecnología sin que afecte de manera nociva a nuestra salud mental.

“Limpiar no solo implica poner orden, muchas personas sienten un gran beneficio emocional y les ayuda a gestionar situaciones difíciles, estrés y ansiedad. Es una forma de recuperar el control sobre lo que nos rodea y está en nuestras manos”, explica Elena Luengo, directora de Innovación de Cigna Healthcare España.

1. Aprende a decir adiós a lo innecesario

La acumulación de documentos, imágenes, correos electrónicos y aplicaciones innecesarias dificulta el acceso a la información importante. Desarrollar el hábito de eliminar periódicamente lo que ya no se usa es fundamental para evitar la saturación digital y así proteger la salud mental.

Una estrategia efectiva es aplicar la regla de los seis meses: si no se ha utilizado el archivo en ese tiempo, probablemente no se necesita.

También se puede utilizar el método “one touch“, es decir, cuando se revise un documento o correo, hay que decidir de inmediato si se conserva, se borra o se almacena en un lugar específico.

2. Poner el foco en el presente

En lugar de aferrarse al pasado a través de los archivos, es importante desarrollar una mentalidad centrada en el presente. Practicar la aceptación radical ayuda a comprender que los recuerdos no dependen de archivos, sino de la experiencia vivida.

Esta técnica consiste en vivir las experiencias sin necesidad de almacenarlas o registrarlas. Habituarse a la meditación o la escritura reflexiva puede ayudar a entrenar la mente para centrarse en el presente, reduciendo la ansiedad generada por el temor a perder recuerdos o momentos.

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EFE/EPA/ALEX PLAVEVSKI

3. Limpieza mental digital

En muchos casos, el apego a los archivos digitales no solo se refiere a la cantidad de datos almacenados, sino a la carga emocional que conllevan. Una estrategia efectiva es realizar una “limpieza mental digital”, que consiste en hacer una pausa reflexiva para revisar qué archivos realmente tienen un valor emocional positivo y cuáles solo generan ansiedad o estrés.

Se puede empezar por analizar qué archivos provocan sentimientos negativos, como culpabilidad o tristeza por no haberlos revisado, y decidir si realmente tienen un propósito o si se pueden dejar ir.

“Así como aprendemos a soltar objetos materiales que ya no necesitamos, es fundamental entrenarnos para hacer lo mismo con nuestros dispositivos digitales, desprendiéndonos de aquello que ya no nos aporta valor”, concluye Elena Luengo.

4. Redescubrir el valor de lo tangible

No todo debe almacenarse en el mundo digital: imprimir fotografías, escribir diarios o crear álbumes físicos permite conservar recuerdos sin depender exclusivamente de dispositivos electrónicos.

Este enfoque tiene varios beneficios: reduce la acumulación digital, fomenta una conexión más auténtica con los recuerdos importantes y ofrece una sensación de permanencia al revivir esos momentos de forma tangible.

Al volver a lo físico, no solo se reduce el apego a lo digital, sino que se fortalece el vínculo emocional con los recuerdos y se proporciona un respiro del mundo digital.

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