Libertad y seguridad económica

Libertad y seguridad económica

Libertad y seguridad económica

Federico Alberto Cuello

Conocer la verdad nos hará libres. Nunca como ahora tuvo tanta actualidad el versículo de San Juan colocado en el centro del escudo nacional dominicano.

Libre es quien come justo lo que necesita para nutrirse correctamente. Quien aporta a su país con sus conocimientos y trabajos. Y quien recibe la remuneración adecuada para vivir dignamente junto a los suyos.

Pero resulta que, según la FAO, más de mil millones de personas pasan hambre mientras otros tantos sufren de obesidad, cifras que seguro empeorarán por la inflación y la escasez de alimentos acentuadas por la invasión a Ucrania.

Libre es quien tiene oportunidades tan buenas como las de los demás para alojarse, cuidarse y educarse.
Sin embargo, Hábitat para la Humanidad estima que entre 40 % y 70 % de las personas en países en vías de desarrollo viven en barrios marginados carentes de servicios esenciales de agua, electricidad y saneamiento.

El hacinamiento acelera contagios y potencia disturbios sociopolíticos que ponen en juego la resiliencia de los países. La situación se complica por la inflación que también sufre el precio de la vivienda, dificultando la transición de los marginados hacia mejores condiciones de vida.

Ya antes del Covid-19 el Foro Económico Mundial reportaba que casi 300 millones de niños y jóvenes no iban a la escuela, mientras que casi 800 millones de adultos eran analfabetos. La pandemia agudizó esta situación, motivada por la pobreza y el conflicto.

La pandemia deterioró, además, la calidad de la educación de los que sí van a la escuela, por la inexplicable insistencia en informatizar la enseñanza en países carentes de acceso equitativo a las telecomunicaciones, de contenidos apropiados para la educación remota o de profesores igualmente hábiles para la enseñanza presencial y la virtual.

Libre es quien puede, si así lo quiere, compartir sus opiniones, organizarse políticamente y ejercer su derecho a elegir y ser elegido, sin espionajes, minerías de datos o restricciones de cualquier tipo.

La irreversible digitalización de la sociedad, cuyo valor es indiscutible, permite también invadir nuestra privacidad al convertir cada objeto interconectado en un potencial micrófono abierto.

Para algunos, el nuevo mundo del internet de las cosas rinde cuantiosos beneficios. Para otros magnifica la capacidad de control social.

Para el resto, recibir servicios personalizados no compensa el sacrificio de nuestra privacidad, que permite a ciertos gurús del marketing político manipular la democracia con campañas de precisión milimétrica instrumentadas por las redes sociales.

Libre es quien vive en armonía con su entorno natural, circulando al menor costo posible y protegiéndolo para las generaciones venideras, sin por ello dejar de disfrutar de sus múltiples recursos.

Pero resulta que la guerra en Ucrania revirtió el esfuerzo de abandonar los combustibles fósiles, aunque renovó el impulso a la transición energética para lograr la autosuficiencia y hasta legitimó la energía nuclear.

Lamentablemente, encareció aún más los precios de los combustibles convencionales y los minerales críticos requeridos para las renovables.
Honremos, pues, las palabras de San Juan. Realicemos nuestra libertad actuando con decisión frente a la verdad de tanta injusticia, consolidando así nuestra seguridad económica.