- Publicidad -

Libertad de expresión

El boxeo no forma parte de mis intereses, pero estoy informado de los méritos de algunos boxeadores de cartel de estos tiempos, entre ellos Manny Pacquiao, filipino, político de oficio y cristiano practicante. Hasta aquí lo que para mí puede ser interesante. Las puñadas y las fintas, en el cuadrilátero.

Un juicio suyo acerca de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo lo han puesto, de pronto, en una posición defensiva. De entre ellas me ha llamado la atención el retiro del apoyo de la empresa Nike, que según palabras de Pacquiao, recogidas por la prensa internacional, patrocina su indumentaria encima del cuadrilátero.

- Publicidad -

El oficio en el que he desenvuelto mi vida en los últimos 30 años tiene entre sus soportes principales las libertades de pensamiento y de expresión.

Son —y esto es importante— derechos humanos de primera generación, y aunque puedan estar dirigidos a proteger a los individuos de los excesos del Estado, también pueden ser invocados ante los excesos de corrientes y grupos en esta era de la hiperinformación, la transnacionalización y la divulgación de la privacidad por la Internet.

A quien se le coarta o se le castiga por expresar libremente su pensamiento se le empuja u obliga a la hipocresía, a la simulación o a vivir permanentemente en la mentira. Se le afecta en su humanidad, igual como se estaría afectando en su humanidad a quienes en su vida de relación prefieren a una persona del mismo sexo si se les margina por su preferencia, se les persigue o se les castiga.

La Nike habrá ejercido un derecho al retirarle su patrocinio al boxeador, pero al hacerlo puede haber incurrido en un castigo económico, acaso moral.

En nombre del derecho y de la libertad de unos no deben ser perseguidos el derecho y la libertad de otro, u otros.

La incorrección política del señor Pacquiao puede ser enfrentada en el plano de la expresión del pensamiento, terreno muy apropiado para la discusión de las ideas. Como hemos sabido por la prensa que es cristiano practicante, podemos hacernos una idea del origen de su homofobia, que no debe ser otra que la Biblia.

Si lo castigamos por decir lo que piensa estamos utilizando un garrote contra las ideas, una práctica absurda común en los tiempos de la Guerra Fría a uno y otro lado de la Cortina de Hierro, pero también una prueba del precario nivel de civilización que nos rodea.

Etiquetas

Artículos Relacionados

Lo sentimos, ningun texto coincide con tu Criteria.

- Publicidad -

Más leídas

- Publicidad -