Decía ayer cuán absurdo que exista alguna improbable conspiración para fusionarnos con Haití y los habituales sospechosos señalaron el incidente de la Ciudad Juan Bosch como prueba irrefutable del “plan”.
Un video que circuló en redes y televisión muestra una turba de haitianos atacando con piedras a despavoridos policías, al parecer de la Dirección de Migración.
Eso sólo “prueba” la ineptitud policial y flojera de Migración. Falta macana para aplicar la ley. Al contrario del “plan”, la comunidad internacional está más que harta de Haití, su inviabilidad y la corrupta ineptitud de sus líderes y élites.
Si fuera factible simplemente unir dos países tan disímiles, me dice un lector, “¿por qué nadie propugna por ‘fusionar’ a Israel y Palestina para dirimir su conflicto? Eso tiene más incidencia que el drama haitiano.
Palestinos e israelíes comparten más que dominicanos y haitianos. Más todavía China y Taiwán”.
El cuco de la imposible fusión dominico-haitiana beneficia a políticos sin votos que viven de ese cuento. Si nos haitianizamos, como podría pasar, será por incumplir nuestras leyes y flojedad fuenteovejunesca, no ningún plan.