Una ley necesaria para el buen funcionamiento del sistema partidista del país, pero que arrastra consigo ciertos puntos incongruentes que incluso están descritos en la misma Constitución del país y cuyos artículos en el anteproyecto son poco creíbles en la realidad que vivimos como sociedad frente a una partidocracia añejada con representatividad nula de la sociedad y sin visos de modernidad.
¿Están nuestros partidos políticos, es decir, sus dirigentes, dispuestos a discutir, conciliar y llegar acuerdos tangibles en esa cacareada ley de partidos?
El anteproyecto de ley de Partidos y Agrupaciones Políticas, perteneciente a la comisión Presidencial para la Reforma y Modernización del Estado, fue presentada hace varios años bajo lo siguiente: “Los partidos y agrupaciones políticas son los mediadores por excelencia entre el Estado y la sociedad, auspiciando los múltiples intereses presentes para toda la colectividad”, “El descrédito del sistema político, ocasionado por el clientelismo y la corrupción propia el alejamiento de la política por parte de la gente común”, “Este anteproyecto está destinado a fijar un conjunto de reglas mínimas que sirvan para fortalecer la democracia política afectando lo menos posible la independencia de los partidos”.
En un interesante monográfico escrito por el profesor José Antinoe Fiallo, titulado “Ley de partidos y organizaciones políticas” al que tuve acceso, sobre el anteproyecto y proyecto de esta ley, cita que “lo procedente sería abordar la transformación político en su conjunto, reforma política como reforma constitucional de eje (abrir la reflexión global a la sociedad y los poderes sociales) y como consecuencia de ello normativas adjetivas referidas a la participación sociopolítica y ciudadana, es decir, una única ley referida a la reforma constitucional progresista”, así mismo dijo el profesor Fiallo “no obviar la intención y realidad de crear, producir , construir y montar un sistema político popular donde nuevas formas de organización y estructuración superen una dinámica de “cualquierización” de la categoría “partido” como instrumentos de apoyo a los verdaderos ámbitos de la decisión y la estrategia”.
De hecho, el profesor escribió en este documento que “el anteproyecto de ley no procede como alternativa a un contexto de dominación muy concreto y es continuidad del esquema convencional, conservador que centrado en la categoría hegemónica de “partido” gubernamentalizado, estatizado, electoral e instrumento de acumulación, asociados al esquema de la “sociedad del poder”, se insiste en sostener para producir relevos y sucesiones sin fracturas, rupturas o transformaciones sustanciales”.
En franca consonancia con lo descrito por el profesor Fiallo, añado su manifiesto de que “nos enfrentamos a una juridicidad política o una política con su expresión jurídica perversa, alienante, que hace en la esfera pública, en los ámbitos públicos un ejercicio de “apariencias” y de esencias: debemos creer que es “democracia” pero en realidad es una dictadura de los pocos y pocas de la “sociedad del poder”, porque ellos secuestran protagonismos”.
Después de todo lo anterior, exigimos que en esa ley de partidos haya transformación y transparencia. Es vital que la sociedad forme parte de la elaboración final de esa ley si no será más de lo mismo…….