La característica general de esta pandemia es que no discrimina, ya que ha traído angustia, dolor y desesperación a ricos y pobres, grandes y pequeños. Sin embargo, hay una diferencia para aquellos que tengan el coraje de confiar en Dios y dejarse dirigir por él, porque son los que pueden arrebatar la promesa de que “todo lo que le acontezca le redundará para bien”, Romanos 8:28.
Pedro lo descubrió en una época tan convulsa como la que estamos viviendo actualmente, donde la salud y el sustento, más que un reto para muchos, se ha convertido en una batalla.
Luego de la transfiguración de Jesús, entre los años 26-36 D.C., los cristianos comenzaron a ser perseguidos, maltratados y asesinados por causa de la predicación del evangelio. Mataron a Esteban y a Jacobo, y luego apresaron a Pedro con miras a darle el mismo destino.
Parecía que todo era inminente para Pedro y que no había otra salida, puesto que le habían entregado a cuatro grupos de cuatro soldados para que le custodiasen y se proponían sacarle al pueblo después de la pascua (Hechos 12:1-4).
Aunque estaba amarrado con cadenas, entre dos guardias y sin aparente esperanza, Pedro dormía, ya que sabía que él no dependía de la situación , sino de la voluntad de Dios, quien no lo dejaría hasta que no hubiera completado lo que le había prometido (Génesis 28:15). Por eso, cuando quedaba poco tiempo para que lo mataran, Dios le mandó un ángel a la cárcel, que le dijo: “levántate pronto, y las cadenas se le cayeron de las manos”, Hechos 12:7.
No hacía falta tener un padrino que hablara por él, retractarse de la predicación del evangelio, ni deprimirse, Pedro sólo debía confiar y esperar.
Así que cuando llegó la hora de soltar las cadenas y salir del aprieto en el que estaba, escuchó, obedeció y accionó.
in importar la tribulación, el dolor, incertidumbre o temor, Dios tiene la potestad de hacer milagros en tu favor, de acuerdo a su voluntad. Él abre las puertas que han sido cerradas, derriba los muros que se han levantando contra ti y transforma los sinsabores que han traído amargura a tu vida en algo dulce. Pero para eso existe una condición: seguirle.
Dios tiene soluciones para cada uno de tus problemas, y traer liberación a tu vida, pero debes estar dispuesto a seguir el camino que te ha señalado. Pedro siguió al ángel y llegó a puerto seguro.